Pequeña Poesía:
Entrega tercera.
Se licúa la voluntad, bujía extremada
en mínima montaña de cera caliente,
bajo el tórrido sol de este estío infinito.
Los párpados pesan, los brazos
se abaten al vacío, el fuelle teme
otra bocanada de aire ardiente
y las piernas, en su calidad de inertes,
protestan con agujas que laceran la noche
y hacen huir el sueño.
Solo la quimera del otoño
el aliento mantiene.
Ancrugon