Es este un libro de difícil clasificación, pues hay momentos
donde habla la memoria de la autora trayendo a colación retazos de su vida personal, en otros, sin embargo, se narra la vida de Marie Curie y, como argamasa que lo aglutina todo, se distribuyen
estratégicamente entre sus páginas, fotografías, anécdotas, explicaciones y pensamientos. Todo esto complica bastante el trabajo de colgarle un atributo que lo califique, ya que no es propiamente ni
una biografía, ni un libro de memorias, ni una narración, ni un ensayo, aunque lo contiene todo.
Lo que sí se puede asegurar es que su lectura es atractiva y
su contenido no deja indiferente a nadie.
Todo comenzó cuando Rosa Montero, al poco de fallecer su
compañero, leyó el diario personal de Marie Curie y se sintió cautivada por aquella fascinante mujer, provocándole una enorme necesidad de expresar todas las emociones, sentimientos e ideas que había
ido acumulando durante algún tiempo.
En esencia, Rosa Montero nos cuenta la historia de la dos
veces premiada con el Nobel, Marie Curie, y es tanto el grado de identificación que siente la narradora con su personaje que, en ocasiones, tenemos que esforzarnos por dilucidar si habla de ella,
Curie, o de sí misma, Montero. Y es que los sentimientos humanos trascienden el tiempo y las formas de vivir y, en el fondo, siempre es lo mismo.
Las múltiples reflexiones que emergen entre los párrafos,
como flores en el césped, no tienen desperdicio y, aunque todos, más o menos, podemos sentirnos identificados con sus mensajes, seamos del género que seamos, en el aire se respira un sutil aroma,
entre ácido y dulce, de reivindicación feminista, lo que no desluce en absoluto pues, puestas las cartas boca arriba, la realidad es la que es.
Es curioso ver cómo nos formamos una idea de las personas
basada en datos fríos y materiales y, luego, nos sorprenden al mostrarse muy distintas a la imagen que nos fabricamos, y eso mismo nos puede ocurrir con Madame Curie, una mujer dedicada plenamente a
la ciencia, incluso le costó la vida, metódica, calculadora, fría y, sin embargo, al poder leer su diario, descubrimos otra mujer emotiva, enamorada, sensible… Y es que los humanos somos, en
realidad, lo que son nuestros secretos.
Rosa Montero habla de Marie Curie en La ridícula idea de
no volver a verte como lo podría hacer de una íntima amiga. Y con la primera frase ya nos pone en guardia de lo que debemos esperar a medida que nos aventuremos entre sus páginas: "Como
no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos". Y es que esta historia de esfuerzo y amor parte desde el momento de la muerte de
Pierre.
Pierre y Marie fueron una pareja dedicada por entero a la
investigación, aunque ambos tuvieron que luchar, al mismo tiempo, contra la incomprensión, la discriminación, la humillación y el desprecio. Pero las armas de que disponían eran muy poderosas: la
inteligencia, la sabiduría, la tenacidad, la seguridad en su capacidad y el amor. Y gracias a ello, Marie Curie, contra todo pronóstico y a pesar de las poderosas mentes retrógradas, fue la primera
mujer en impartir clases en la Universidad, en obtener la Cátedra de la Soborna de París, tras la muerte de su marido, y en obtener dos premios Nobel: uno de física y otro de
química.
Y Rosa Montero enlaza la fatídica muerte de Pierre con la de
su propia pareja, el periodista Pablo Lizcano, con quien estuvo unida muchos años. A partir de este punto coincidente, las historias de ambas parejas van desarrollándose de manera paralela, aunque
personal y reivindicativa, pero siempre buscando entre los rescoldos del dolor algún atisbo de esperanza. Por ello, podemos asegurar que La ridícula idea de no volver a verte, es un libro
lleno de belleza y cargado de optimismo.