“Alegría” es un libro hecho desde y para la intimidad, de lectura pausada, bebida y paladeada a pequeños sorbos,
como un buen vino, como en esos instantes de diálogos sosegados al calor de los recuerdos, cuando los antiguos miedos se confunden con la nostalgia y el dolor de la felicidad pasada agudiza los
sentidos, todo expresado en un lenguaje lírico, cuyos ecos se pierden entre el fondo musical de la banda sonora de toda una vida.
Contrapunto, tal vez, de su anterior novela,
“Ordesa”, donde un Manuel Vilas hijo buscaba los puntos de encuentro con la figura de su padre, en esta, en cambio, siendo el mismo protagonista, es ahora el Manuel Vilas padre quien rastrea
tras las huellas de sí mismo en las figuras de sus hijos.
Tema recurrente este desde que el hombre tiene conciencia de
serlo: la búsqueda de la propia identidad y su origen, por un lado, y su expansión, por otro… Del génesis a la inmortalidad… Por tanto, no es difícil conectar con lo que en sus páginas se nos dice,
pues Vilas nos abre las puertas de su historia y deja que nos identifiquemos con lo que allí sucede, aunque a veces es bueno dejar reposar el libro y permitir que nuestras mentes rebusquen entre
nuestros propios arcones en busca de aquellos recuerdos archivados.
Otra diferencia con “Ordesa” es que en
“Alegría” el protagonista (narrador y autor) ya asume la muerte como algo consustancial con la vida, por lo que ahora puede mirar más allá de sí mismo a la hora de caminar por ella, a pesar
de la presencia constante del personaje oscuro, Arnold Schönberg, que surge de lo más profundo de su ser, del mismo lugar donde se forman las tormentas de la depresión y la angustia. Es la lucha
constante de toda persona: huir del vacío, y Vilas asegura que esto se soluciona mediante el único éxito que para él tiene importancia, el de que tus hijos te quieran.
Pero la novela se titula “Alegría” porque ella es
algo por lo que todos debemos luchar y no dejar que nos la roben, como está ocurriendo en la actualidad en esta sociedad consumista donde el capitalismo nos recuerda constantemente aquello que no
podemos comprar, dividiéndonos, de esta forma, en dos grandes grupos: quienes pueden y quienes no pueden, pero, incluso a las personas que sí pueden también se la roba, pues las convierte en adictas
al quererlo todo para ayer… Por eso dice Manuel Vilas que “al capitalismo hay que robarle siempre”. ¿Será por el refrán de “quien roba a un ladrón…”?... En fin, la alegría es
más importante que la felicidad, ya que esta solo se da en muy pequeños momentos y escasas dosis, mientras que la primera es una postura ante la vida.
La música también es un elemento importante en la novela,
donde todos los personajes pierden sus nombres propios y son rebautizados con los de famosos compositores quienes regalaron belleza al mundo, así, sus padres son Bach y Wagner y sus hijos Brahms y
Vivaldi, y de esta forma va nominando a todas aquellas personas que pusieron algo de belleza en su vida.
En conclusión, “Alegría” es una novela radiográfica que nos muestra desnudo a
un Manuel Vilas con todos sus defectos y virtudes propios de un ser humano que sufre, busca, ama, teme… vive, y con el cual podemos encontrar muchos puntos en común.