Y es que Chejov no desarrolló sus trabajos con una idea de
mera recopilación de datos para dejar constancia de un momento histórico, no, él solo escribía lo que veía y tal como lo veía, y las interacciones entre sus personajes eran simplemente producto de la
búsqueda existencial del propio lugar de cada uno, lo que no podía transmitirse al público de otra manera que por medio de un lenguaje simbólico, aunque comprensible, que él definió como “acción
indirecta”, en el que tienen más importancia los gestos, los movimientos y los silencios que el propio diálogo: una mirada a un reloj, una frase inacabada, un cambio brusco de conversación, algo
que, en definitiva, nos conduzca, tanto a quienes vemos sus obras de teatro como a quienes leemos sus cuentos, hacia el contenido implícito, o subtexto, que ni los personajes ni el autor nos
desvelarán.
En su forma de escribir, Chejov sintetiza las diversas
artes, ya que si en sus personajes descubrimos verdaderos retratos definidos por los pequeños detalles que individualizan y caracterizan a cada figura en particular, en el escenario percibimos la
mano de un pintor que personifica la naturaleza y los objetos hasta el punto de ser esos elementos los que nos descubren los estados de ánimo y los sentimientos de los sujetos, y todo ello en plena
armonía, como si de una sinfonía se tratase, y sin un narrador subjetivo ni omnisciente, lo cual nos hace evocar el teatro, al leer sus cuentos, y sus cuentos, cuando visionamos sus obras
teatrales.
Claro que, por muy realista que fuera, Chejov tenía su
propia percepción de la realidad y, por mucho empeño que pusiera en resultar neutral y aséptico, era inevitable que sus instantáneas de la vida no estuvieran de algún modo condicionadas, ya en el
origen, con su inicial elección, lo que no quita para reconocer su maestría a la hora de conformar los argumentos a base de unir pequeños detalles y sucesos que, en apariencia, no parecían tener
importancia alguna.
Él tenía constancia de que la vida estaba repleta de
dolor, sea físico o moral, de incomunicación, de soledad, y quería representarlo todo tal como era. Evitaba decir cómo deberían ser las cosas, no incluía moralejas ni lecciones magistrales en sus
historias, simplemente se limitaba a colocar los espejos de sus pequeños retratos vivenciales para que las personas lectoras se mirasen en ellos, se reconocieran y viesen la realidad que les rodeaba.
Les invitaba, y nos invita, pues con el paso del tiempo no ha perdido actualidad, a meditar sobre lo que leemos y sobre lo que somos.
El estilo empleado por Chejov para representar la vida
exige la ausencia de palabras dogmáticas o subjetivas en beneficio de la total objetividad, al mismo tiempo, todo debe ser verosímil y el discurso breve, aunque original y sincero, huyendo de los
lugares comunes y las imágenes manoseadas. Sus historias, protagonizadas por personajes definidos mediante exiguos rasgos y contadas con la naturalidad de un diálogo entre amigos, no contienen un
verdadero punto culminante ni otro que pueda denominarse un verdadero final, ya que “mientras las personas siguen vivas, nada ha concluido”. El mensaje, si existe, no está explícito, por lo
tanto, tampoco vamos a encontrar una máxima que nos haga reflexionar, y todo el argumento se va desarrollando a impulsos de los estados de ánimo de los protagonistas, mientras que las descripciones
objetivas van conformando el espacio de la escena.
Al renunciar a la subjetividad, Chejov deja al lector, o
espectador, toda la responsabilidad de completar aquellos elementos subjetivos ausentes, el público, de esta forma, se convierte en coautor de la obra al mismo tiempo que en cómplice de su contenido.
De educación cristiana, aunque él se declaraba agnóstico, se dejan entrever aquellos valores morales y éticos, dejando que cada cual saque sus conclusiones al observar los errores ajenos. Es su
especial catarsis para conseguir una vida más fructífera y plena.
En números anteriores publicamos dos artículos sobre dos
cuentos de Antón Chejov, ambos contenidos en esta antología: La dama del perrito y Del amor, por lo que os
dejamos los links para que podáis leerlos.