El artista figurativo argentino, Antonio Berni, mostró mucho
talento desde una temprana edad y destacó en diversos aspectos del arte: muralista, escultor, pintor y grabador, siendo asociado al Nuevo Realismo y al Realismo Social latinoamericano, pues en muchas
de sus obras intenta describir la pobreza causada por la industrialización de Buenos Aires.
Antonio Berni, el hijo menor de una familia de emigrantes
italianos, es uno de los más importantes artistas argentinos dentro del realismo crítico y social de los años 30 del siglo XX, junto con otros pintores como: Carlos Alonso, Lineo Enea Spilimbergo,
Juan Carlos Castagnino o Demetrio Urruchúa, entre otros. Nacido el 14 de mayo de 1905 en la ciudad de Rosario (Santa Fe), tomó sus primeras clases de dibujo y pintura a los once años mientras
trabajaba en un taller de vidrieras policromadas y realizó su primera exposición con tan solo quince, consiguiendo a los veinte una beca para estudiar en Europa, lo que le permitió viajar por
diversas ciudades monumentales de España, como: Sevilla, Granada, Córdoba, Toledo, Madrid o Segovia, buscando contemplar algunas obras de arte de Goya, Zurbarán, Velázquez o El Greco, antes de
instalarse en París, donde estudió con los pintores André Lhote y Othon Friesz, explorando diversas tendencias y técnicas que plasmó en sus trabajos, entre los que destacan sus paisajes
impresionistas, tanto de Arcueil como de París, o pinturas como: Mantel amarillo, La casa del crimen, Desnudo o Naturaleza muerta con Guitarra. Por este tiempo conocería a quien
sería su buen amigo el pintor Lino Eneas Spilinbergo, también argentino, con quien llevaría a cabo diversos proyectos conjuntos a lo largo de sus vidas, sobre todo murales.