¿De dónde nace el empeño
que de su delicado pecho
brotar pueda con derecho
la cálida nota de un sueño?
¿Es acaso el brote dueño
de esa remota ilusión?
Modular la perfección
es la meta del impulso
que, al ser sonido insulso,
se convierte en decepción.
Aunque pronto los halagos
velan la realidad,
cebando la vanidad,
consumida a grandes tragos,
por los incipientes magos
que cumplen la tradición.
Quien les dicta esa canción,
¿no les habla del ocaso...
que llegar puede el fracaso...
que éxito solo es ficción?
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