El petimetre
Ramón de la Cruz
El escenario
representa la cámara de un caballero soltero, con unos taburetes, un tocador, una mesa
con algunos libros y multitud de frasquitos, cajas, etc.
Salen TARARIRA y el LACAYO,
uno con el vestido y un cepillo, y otro con las ligas, peinador, etc., que colocan sobre alguna otra mesa o silla.
TARARIRA Dejemos eso, que ya parece que se levanta el amo.
LACAYO Y aun sale aquí, si el oído no me engaña.
(Sale DON SOPLADO en bata, despeinado o con cofia, esperezándose.)
DON
SOPLADO ¿Ha venido el peluquero?
TARARIRA Más ha de dos horas largas que espera en el tocador.
DON
SOPLADO ¿Qué tal está la mañana?
TARARIRA Como de otoño, y aun hoy está mucho más templada, porque hay tal cual
nubecilla.
DON
SOPLADO ¿Y qué hora es?
TARARIRA Las diez dadas.
DON
SOPLADO Oh, pues siendo tan temprano, hasta la hora de que salga quizá saldrá el sol. Prevenme el otro vestido de aguas y galones,
TARARIRA ¿Y si llueve?
DON
SOPLADO ¿Qué quieres que yo le haga? Estando en el entretiempo, ¿he de llevar paño o lana y que se rían de mí?
LACAYO Otros le llevan.
DON
SOPLADO Gentucilla que solo tiene un vestido o personas chabacanas, que los dogmas del buen gusto no consultan o no alcanzan.
(Sale el PELUQUERO)
PELUQUERO Señor, ¿vamos despachando?
DON
SOPLADO Estoy pronto, aunque hoy es vana vuestra queja, que no es tarde. Tararira, las toallas.
TARARIRA Aquí están. ¿De cuál manteca?
DON
SOPLADO Ninguna; trae la pomada de jazmines.
TARARIRA Está todo.
DON
SOPLADO Sólo ese libro me alcanza, diré entretanto el oficio. Este quede aquí y tú saca el vestido que te dije.
TARARIRA Mientras se peina esta dama (Aparte) bien puedo almorzar, oír misa con sermón y o hacer falta.
(Vase.)
DON
SOPLADO Ro, ro, ro, ro, ro. Mirad (Como que reza entre dientes.) que ayer dicen que llevaba tres pelos más en un lado y un canto de real de plata más levantado ese bucle. Ro, ro, ro, ro,
ro. Con gracia este tupé como ayer; bien.
PELUQUERO ¿Lo aprobó alguna dama?
DON
SOPLADO Me lo dijo la marquesita, y que no es mujer de chanzas, que no había visto en su vida cosa más bien acabada. Ro, ro, ro, ro, ro. ¿Peinaste ayer a doña
Lisarda?
PELUQUERO No, señor; sólo la puse la gran cofia.
DON
SOPLADO ¿Estaba mala?
PELUQUERO Yo no se.
DON
SOPLADO Ro, ro, ro, ro. Una cosa de importancia tenía que preguntar y no hay forma de acordarla. Ro, ro, ro, ro. Justamente, ya me acuerdo. ¿Doña Laura, por qué os
dejó?
PELUQUERO La dejé yo, porque no me pagaba.
DON
SOPLADO Pues ¿cómo?
PELUQUERO Me hizo dejar tres o cuatro parroquianas, ofreciéndome millones porque no la hiciese faltas y después en año y medio no la pude sacar
blanca; y aún me tiene por allá cincuenta pesos.
DON
SOPLADO Más alta la atadura, porque vean que son esmalte de Francia los broches del corbatín y se distinga la holanda que vuelve del cabezón.
(Sale TARARIRA)
TARARIRA Esperando en la antesala don Mónico y don Modesto están, con don Zoilo Maza, que ha tres días que llegó
de París.
DON
AOPLADO ¡Fineza rara es verme, sin aguardar que a cumplimentarme vaya!
(Salen los tres con TARARIRA. Se levanta y se abrazan.)
DON
ZOILO ¡Señor don Soplado!
DON
SOPLADO ¡Amigos! Señor don Zoilo, no alcanza mi cario qué razón hay para que desairada dejéis a mi urbanidad, anticipándoos con tanta brevedad. ¿Creéis que ignoro los ritos de la crianza
y venís a reprenderla antes de poder culparla?
DON
ZOILO Al contrario; porque veáis que vivo en la confianza de nuestra antigua amistad, no he querido que os cansarais en ir, estando yo
fuera.
DON
SOPLADO ¡Eh! Los asuntos de tabla creed que no los ignoro.
DON
MODESTO No es una ciencia muy alta la de las visitas; pero si creo que es la más ardua y difícil.
DON
MÓNICO Añadid a eso lo delicada.
DON
SOPLADO Es más de lo que parece.
DON
MÓNICO Ya sí; el hombre que alcanza a manejar en la corte las etiquetas con gracia sabe cuanto hay que saber.
DON
ZOILO Es la ciencia más abstracta al juicio de los humanos.
DON
MODESTO Y en la razón tan fundada, que ningún hombre de juicio penetra sus pataratas.
DON
SOPLADO Sillas para estos señores, Tararira.
DON
ZOILO ¡Cosa rara es por cierto el apellido!
DON
MODESTO No tal; no es la más hidalga en la corte su familia, pero es la más dilatada.
DON
SOPLADO ¡Todo lo habéis de notar! Así se la ha puesto en casa, por lo alegre que está siempre.
TARARIRA Y porque a mi amo le agrada ese nombre más que cuantos en el Calendario
estampan.
PELUQUERO Por Dios, señor, que ya es tarde.
DON
ZOILO Nuestra visita embaraza y más que estabais rezando.
LOS
TRES Adiós.
DON
SOPLADO No; que para nada me podéis dar sujeción vos, siendo de confianza, y el rezo ya está acabado. (Tira el libro sobre la mesa.)
PELUQUERO ¡Y con qué devoción! ¡Vaya, que edificará a cualquiera!
DON
SOPLADO Y cuando no se acabara, esto se hace el día que uno se está por demás en casa un rato. Vaya, los polvos; y tú puedes traerme agua para lavarme.
(Sientanse.)
TARARIRA Está bien, (Vase.)
DON
MÓNICO Ausencia ha sido bien larga la que habéis hecho, don Zoilo.
DON
ZOILOD Diez años y medio.
DON
MÓNICO ¡Qué ansia tendríais de volver!
DON
ZOILO Por cierto que en mi vida lo pensara si hubieran mis asistencias alcanzado a la bizarra ostentación que es forzosa en un extranjero que anda, con
privilegios de noble, corriendo cortes extrañas.
(Sale TARARIRA)
TARARIRA Aquí está el agua, señor.
DON
MODESTO Poco os debía la patria, señor don Zoilo.
DON
ZOILO Tan poco, que sólo pudo, en la rara melancolía que tuve desde que me vi en España, aliviarme la amistad de los finos
camaradas.
DON
MODESTO ¿Tan bien os han parecido otras cortes?
DON
ZOILO Cosa extraña es que vos los preguntéis, habiendo corrido tantas.
DON
MODESTO Confieso hallé en cada una muchas cosas que ilustraran mi entendimiento, mas no que me apagasen la llama del amor al patrio suelo.
DON
ZOILO Pues yo traía ya echada la cuenta de no pararme en Madrid ni una semana; pero en estos cuatro días he observado que se halla digno tal cual de
que yo lo habite. Está adelantada, en lo que cabe, la gente. Ayer comí en una casa y estuvo aquello mediano: no hubo las extravagancias de la sopa guarnecida, ni lo del pichón por barba. Había un
lindo trinchero de menestra, una compota y una o dos pollas asadas, que para quince de meda< es comida muy sobrada. Ya la amanece el buen gusto en el mueblaje; las casas se adornan de cornucopias,
en vez de petos y lanzas, y ya ven los españoles que el papel y las indianas, para vestir las paredes, les hacen muchas ventajas a los cuadros de Velázquez, Cano, Ribera, que llaman el Españoleto, y
otros pintorcillos de esta laya. Parece que se ha propagado el cultivo hasta las caras. Aquel bruto desaliño del cabello y de la barba, que hacía nuestra nación tan terrible a las contrarias, ya
dócil a beneficios del jabón y las pomadas, por donde quiera que vamos van diciendo nuestras fachas que somos gente de paz; ya nadie al vernos se espanta, pues yace oculto de miedo el duelo o la
patarata de aquel honor que fundaron en ser las doncellas castas, muy religiosas las viudas, recogidas las casadas, los ancianos venerables, los niños de cera blanda, los hombre ingenuos y muy
hombres de su palabra. Que porque me dijo mientes…, porque me sopló la dama… u otras tales bagatelas, ¿he de andar a cuchilladas? ¡Hubo entre nuestros antiguos gentiles
extravagancias!
DON
MODESTO Gentiles serían; pero ahora no son muy cristianas.
DON
SOPLADO Aunque no hubiera en Madrid otra cosa que esta masa (Lavándose.) para lavarse las manos, debía ser celebrada nuestra edad.
DON
MODESTO No es en los hombres mucho primor manos blandas.
DON
SOPLADO Antes sí, que si se ofrece bailar una contradanza, es feliz preservativo de ofender la de una dama.
DON
MÓNICO ¡Perfecta frase!
DON
SOPLADO Las ligas.
TARARIRA Extienda usted bien la pata, las apretaré a conciencia.
DON
SOPLADO Pues ya que de eso te encargas, hazlo con juicio y esmero, y más que otra cosa no hagas bien en tu vida, porque no puede haber mayor tacha en un hombre de honor, ni puede haber
mayor infamia, que profanar un estrado con las medias arrugadas.
DON
MODESTO Extraño vuestro concepto, pero más la tolerancia del martirio que sufrís.
TARARIRA Pues no es cosa tan extraña el dar unas ligaduras a quien el sentido
falta.
DON
SOPLADO A título de bufón, dice cuanto le da la gana. El vestido.
TARARIRA Ya está aquí.
DON
ZOILO Muy marcial está y es grata la horma, señor don Soplado.
TARARIRA Y eso que hoy no está apretada la cotilla.
DON
SOPLADO Pero ved qué pecho, qué airosa manga.
DON
ZOILO El calzón es algo estrecho.
TARARIRA (Aparte.) ¡La conciencia sí que es ancha!
DON
MÓNICO Aquí lleváis una mota.
DON
SOPLADO ¿Mota yo? Si no mirara a los señores… ¡Yo mota! ¡Voto a!... ¡Una mota!... ¡Ahí es nada el defecto! ¿De qué sirve a un hombre lo que trabaja por mantener su opinión, si en manos de
esta canalla va un hombre siempre vendido?
DON
MODESTO ¡En una mota repara (Aparte.) por afuera y por adentro estará lleno de manchas!
DO
SOPLADO El reloj.
TARARIRA Ahí va con todos sus cascabeles.
DON
SOPLADO Las cajas.
TARARIRA Dos, tres, cuatro, cinco…
DON SOPLLADO
Espera, y los frasquitos alcanza; iré mojando pañuelos no me vea en la desgracia del otro día.
TRES
AMIGOS ¿Qué fue?
DON
SOPLADO Varios pañuelos llevaba, rociados de las mejores y más exquisitas aguas, y se le antojó el olor de clavel a cierta dama; pidiómele y yo, que acaso entonces no le llevaba,
discurrid cuál quedaría, sorprendido, hecho una estatua, corrido. Estos son los lances en que los hombres atrasan sus carreras, y es un caso que en las historias no se halla; por eso ahora siempre
voy hecho una botica.
DON
MODESTO Vaya, que si así prosigues, pronto en ti mismo habrás de usarla.
DON
MÓNICO (A DON SOPLADO) En todo sois primoroso. Son Modesto, esta enseñanza habéis de tomar.
DON
ZOILO ¿Os dura todavía aquella avara propensión hacia los libros?
DON
MODESTO Y siempre con más constancia. Ésas son las diversiones sin riesgo.
DON
MÓNICO Vos, con tan rara manía, os volveréis loco.
DON
SOPLADO Y sin alguna sustancia ni especial utilidad. Ved qué diferencia se halla de vos a mí y qué distinto concepto tienen las damas de los dos: vos, estudiando, ignoráis cómo
agradarlas; yo, con sólo presentarme, las agrado y me idolatran, de moso que unas con otras por mis obsequios se arañan.
DON
MODESTO Dichosos sois. ¡Ay de quien, con las estrellas más contrarias, vive inclinado a quien nunca se enternece de sus ansias!
DON
SOPLADO Vos tenéis la culpa, pues os inclináis a beatas, que tienen el dar la mano a un hombre por grave falta de su recato, por culpa asomarse a una ventana sin celosía. ¿Visitas cuando
madre no está en casa? ¡Jesús, y qué liviandad! Eso es ser galán de marras. Amigo, marcialitate; menos amor y más maulas; menos conceptos, más bulla; menos decoro, más labia, o meterte luego fraile,
porque dudo que halléis dama tan boba, tan doña Elvira y de tan poca crianza, que por quereros de veras ponga en opinión la fama del buen gusto.
DON
MODESTO ¿Y qué es buen gusto?
DON
ZOILO Yo os lo diré: un fantasma que como a los racionales entes les anima el alma, a los entes petimetres anima invisible para que se esfuercen a
salir de las jerarquías bajas de su especie, hasta ocupar la sublime, y se señalan estos felices sujetos ya en la hechura de las cajas que llevan, ya en los relojes, ya en la conducción gallarda del
aire, de la figura, ya en la guarnición extraña y colores del vestido; y finalmente, en la gracia inconcusa con que se hacen preferir de las muchachas.
DON
SOPLADO Eso es lo cierto; vos nunca me disputaréis la palma. Es espadín.
DON
MODESTO Mucho siento tengamos tan encontradas opiniones; pero, amigos, esa es una faramalla de ociosidad peligrosa; y quien las mira con casta intención evitar debe, con razón cuerda y
cristiana, el riesgo de le engañen y el delito de engañarlas.
DON
SOPLADO Quien tenga dinero suelto (Mirándose al espejo.) dele medio real de plata por la plática.
DON
MÓNICO ¿Y a dónde vais desde aquí?
DON
SOPLADO Si tocaran por ahí a misa, la oyera primero; si no, haré varias visitas hasta la una, que entonces, aunque sea larga, en el Buen Suceso, como hay concurrencia tan varia, está un
hombre divertido.
DON
MÓNICO Vamos todos de reata a presentar al amigo a las hijas y madama de don Suplicio.
DON
SOPLADO Es verdad; y, amigo, hay una que canta grandemente.
DON
ZOILO ¡Grandemente! (Burlándose.) Al que viene de la Italia hecho a oír aquellas orquestas, que en la menor serenata hay cuatrocientos violines, ciento
y dos trompas de caza, cien oboes y ochenta bajos, ¿qué efecto queréis que le haga una mujer?
DON
MODESTO Ser mujer española la que canta.
TODOS Vamos allá.
DON
SOPLADO Tararira, ponte al instante la capa y llévalas esas flores. (Vanse.)
TARARIRA Harese como lo manda; pero antes es menester lavarme también la cara y rociar todos los trapos.
Vamos adentro, Panarra, me ayudarás a vestir.
LACAYO Yo me voy ahora a la plaza por los postres.
TARARIRA Es preciso componernos, que en la casa del tamborilero todos saben danzar la
pavana.
(Vanse, y cayendo otro telón de salón, que desfigure la primera escena, sale DOÑA TECLA, de petimetra.)
DOÑA
TECLA Milagro es que me han dejado sola este rato siquiera para estudiar la tonada. Voy ahora a ver que tal suena en el clave, porque aquí sale mi padre, no sea venga
con alguna de sus muchas impertinencias.
(Vase y sale DON SIMPLICIO, en bata y gorro, los zapatos en chancleta, una media negra puesta y cosiendo la otra.)
DON SIMPLICIO
Más que la de San Francisco es larga la tal carrera, y el punto está en que ha tres horas que el punto final no llega. Mas yo he perdido la aguja; voto a la…, que no hay paciencia para sufrir tanto y
eso que yo la tengo tremenda. ¡Juana!
(Sale DOÑA VERÓNICA, cosiendo una cina a una venera,)
Dª
VERÓNICA ¿Qué quieres a Juana?
DON
SUPLICIO Que me componga esta media, que ya me canso.
Dª
VERÓNICA No puede, que está ocupada allá fuera con aquel mozo paisano que suele venir a verla y rabiará si la llaman.
DON
SUPLICIO Pues, mujer, dame cualquiera aguja y proseguiré.
Dº
VERÓNICA Por milagro hallé yo ésta.
DON
SUPLICIO ¿Y qué es lo que estás cosiendo?
Dª
VERÓNICA Una cinta a una venera de un amigo.
DON
SUPLICIO ¡Qué bonita! (Acercándose.) ¡Hola! Esta parece nueva.
Dª
VERÓNICA ¡Qué lerdo eres! Más de cien veces se la has visto puesta.
DON
SUPLICIO Soy hombre de vista gorda: no riñas por eso. ¡Tecla!
(Sale DOÑA TECLA, embelesada, leyendo un papel de seguidillas.)
DOÑA
TECLA Es en glorias pasadas (Leyendo.) el pensamiento unas veces verdugo y otras consuelo. Y en las futuras, a veces esperanza, y a veces
duda.
DON
SUPLICIO ¡Tómate, qué embelesada sale estotra en su leyenda! Tecla, ¿no oye que te llamo? (Recio.)
DOÑA
TECLA No lo oigo. ¿Qué nos vocea usted? Y será todo ello al cabo una friolera.
DON
SUPLICIO ¡El grado que tú gastas con tu padre es cosa bella! Cóseme esta carrerita.
DOÑA
TECLA ¡Tómate! ¿Y para eso eran las voces? Estoy ahora divertida en estas nuevas seguidillas y no puedo.
DON SIMPLICIO
¡Es razón que me hace fuerza! Dame aguja y yo lo haré.
DOÑA TECLA
Con mucho gusto, a tenerla; pero ni aun sé dónde para la almohadilla.
(Sale DOÑA
PLÁCIDA con un legajo de comedias en la mano.)
DOÑA
PLÁCIDA ¿Qué comedia de éstas, madre, es la mejor?
Dª VERÓNICA
A ver qué títulos. Ésta, que tiene gran travesura de lances y toda ella es un arte de requiebros. Ahí verás qué estratagemas se aprenden para engañar a un viejo padre que
vela el caro honor de sus hijas, y luego, a pesar de rejas y llaves, con qué primor a sus padres se la pegan.
DON SIMPLICIO
No se le escapará nada, que la muchacha no es lerda. Es capaz de traer al retortero dos docenas. Plácida, dame una aguja para coser esta media.
DOÑA
PLÁCIDA ¡Ay, padre, mal viene usted! ¿Yo aguja? Desde la feria pasada, que a don Pepito le puse una escarapela en el sombrero, no sé ni si las hay en la tienda.
DON SIMPLICIO
Este es el diablo, que quiere que yo pierda la paciencia; pues no ha de ser, aunque salga hoy a la calle en calcetas.
DOÑA TECLA
Oyes, Plácida, repara (Aparte.) qué dada está a la tarea madre.
DOÑA
PLÁCIDA ¡Tómate! ¡No es cosa! Todo su talento emplea en rizar aquella cinta.
DOÑA
TECLA ¡Bien le merece la pena!
Dª
VERÓNICA ¡Si voy yo a las habladoras!...
DOÑA PLÁCIDA
Señora, son cosas nuestras.
DON SIMPLICIO
Déjalas que hablen, mujer. Chicas, ¿tengo yo otras medias?
DOÑA TECLA
Mire usted si la criada las tiene acaso compuestas ¡Juana!
(Sale la CRIADA.)
CRIADA ¡Qué Juana, señores! ¡No estamos con mala flema y nadie ha oído misa en
casa!
DON SIMPLICIO
¿Pues qué? ¿Es hoy día de fiesta?
Dª VERÓNICA
Despacha y ve tú primero, que sobrado tiempo queda.
DOÑA TECLA
A la una aquí en la parroquia hay misa, pero es eterna. (Llaman.)
CRIADA
Voy a echarme la basquiña y a ver quién llama a la puerta.
(Vase.)
(Sale TARARIRA.)
TARARIRA
Señoras, bésoos los pies. A traer esta primavera vengo de parte de mi amo.
Dª VERÓNICA
Señor Tararira, ¿era hora de vernos?
TARARIRA
Pues ¿cuándo Tararira no está en esta casa, si no en realidad, in mente?
DOÑA TECLA
Grandes fachendas tiene vuestro amo.
(Salen
los cuatro caballeros y DON
SOPLADO delante.)
DON
SOPLADO ¡Dichoso quien a tan buen tiempo llega que oyó en tus labios su nombre! ¡Y dirán que el leer comedias (Aparte.) no es útil! Este concepto a fe si viene a la
letra.
LOS CUATRO
Señoras, a vuestros pies.
LAS DAMAS
Señores, a la obediencia.
Dª VERÓNICA
Tecla fue la que os nombró.
DOÑA TECLA
Pues no la creáis fineza, que nos tenéis enfadadas.
Dª VERÓNICA
Muy tonta eres en dar quejas a nadie, que el que quisiere venir ahí tiene la puerta, pero nunca echamos menos al que no viene.
DON MODESTO
(Aparte.) Embustera, que a todos dice lo propio, y es envidia manifiesta a aquellas casas adonde son norias las escaleras, y arcaduces los galanes, que unos salen y otros
entran.
DON SOPLADO
Señoras, ustedes digan lo que gusten; pero vean si es suficiente disculpa de tardar hoy la asistencia a este amigo, que ayer vino de París.
DON ZOILO
Con buena estrella, pues no bien pisé del puerto las suspiradas arenas, cuando mi dicha al alcázar de las tres gracias me
lleva.
Dª VERÓNICA
Vos seáis muy bien venido, que ya habéis dado la muestra de vuestro mérito.
LAS DOS NIÑAS
Ved si hay en qué serviros pueda esta casa.
TARARIRA
Esto se llama mueble nuevo.
DON MÓNICO
Aunque no es ésta mi casa, con el favor que sus dueños me dispensan, en ella y en mi posada podéis mandar.
DON SIMPLICIO
Mis ofertas, caballero, valen poco en esta casa, pues de ella sólo sé que soy el dueño cuando el casero me llega a pedir el alquiler; pero al fin, propia o ajena, la ofrezco, sub conditione que
mi mujer lo consienta.
DON
SOPLADO ¿Qué hacéis, señor don Simplicio?
DON SIMPLICIO
En coser esta carrera me divertía y perdí la aguja.
Dª VERÓNICA
Pues tomad ésta...
DON SIMPLICIO
Dios te lo pague.
Dª VERÓNICA
Que yo ya acabé esta friolera.
DON MÓNICO
Ya conozco esa alhajita. ¿Y a dónde está el dueño de ella?
Dª VERÓNICA
Fuera de Madrid.
DON
MÓNICO ¿Pues cómo ha conseguido licencia?
DOÑA PLÁCIDA Ha
de volver esta tarde y salió a las ocho y media esta mañana.
Dª VERÓNICA
Si no, seguro está que saliera.
DOÑA TECLA
Madre, mire usted que es tarde.
Dª VERÓNICA
De recibiros de priesa y en esta pieza de paso, por hoy la disculpa sea el que no hemos oído misa.
DON
SOPLADO ¡Jesús, y qué arco de iglesia! Del mismo color estamos los tres; pero a bien que cerca la tenemos a la una.
DOÑA PLÁCIDA
Apenas tiempo nos queda de ponernos las basquiñas.
DON SOPLADO
Veréis cómo se remedian tan grandes inconvenientes. (Vase.)
DOÑA PLÁCIDA
Venga usté aquí, Juan enreda, ¿qué va usté a hacer?
DON SOPLADO
Al instante (Dentro.) voy allá con la respuesta.
DON SIMPLICIO
El tal don Soplado es muchacho de gran viveza.
(Sale la CRIADA, de
mantilla, con el MAJO y tocan dentro.)
CRIADA
Señores, el primer toque; no hay que descuidarse.
DOÑA
PLÁCIDA ¡Ah, perra! ¡Qué bravamente has pelado la pava!
CRIADA
Su horita y media; desquítense luego ustedes.
MAJO
Vaya, dos horas de arenga, verás qué breve te dejo.
CRIADA
Vaya, hijo, no te enfurezcas, que esto está acabado.
Dª VERÓNICA
Digo, (Al MAJO.) venga usted con su vihuela esta noche, que ser puede que algunas amigas vengan y se baile un
rato.
MAJO
Bien, se hará como usté lo ordena. Vamos, chica. ¡Brava loca es tu
ama!
CRIADA
Se la lleva el diablo cuando a las hijas o a mí alguno nos festeja.
MAJO ¡Mujer extraña!
CRIADA
No tal, que hay otras muchas como ella.
(Vanse los dos, y sale DON
SOPLADO con tres basquiñas y tres mantillas.)
DON SOPLADO
Caballeros, cada uno le sirva de camarera a una señora y así despacharemos apriesa.
DON MÓNICO
Venga aquí la de madama.
Dª VERÓNICA
Esta es.
DON ZOILO
Ya que me franquea la suerte casualidad tan feliz, delito fuera no lograrla.
DOÑA TECLA
Me conformo, que aquí no somos de aquellas que lo mismo que apetecen, fingen que lo menosprecian.
DON SIMPLICIO
¿Qué basquiña llevas, hija?
Dª
VERÓNICA ¿Qué, necesitas tú verla? ¡Afuera, que hace calor! Los parientes, una legua.
DOÑA
PLÁCIDA ¿Qué milagro es que os dignáis (A DON MÓNICO.) hacer tan grande fineza conmigo? Ved que mi madre quizá formará una queja de este obsequio, que tan
mal en servirme a mí se emplea.
DON SOPLADO
Señorita, un hombre solo para tantas incumbencias es poco y es fuerza que obre en algunas con tibieza.
Dª VERÓNICA
Don Soplado, una palabra: ¡bravamente se aprovechan los instantes!
DON
SOPLADO ¿Ignoráis que a Dios hemos de dar cuenta de los instantes ociosos?
DON
MODESTO ¡Y qué bien que los emplea!
Dª
VERÓNICA ¿Qué sujeto es este abate? ¿De aquellos que se adocenan en la estimación?
DON SOPLADO
Señora, vos le hacéis una tremenda injusticia. Este sujeto ha ido a estudiar las ciencias a las cortes. Trae secretos para disimular pecas del rostro, limpiar blondinas, quitar manchas, lavar
medias y otros grandes intereses de la nación.
DON
MÓNICO (Quieto.) La pulsera, que se le ha caído a madama.
DON SOPLADO
Perdonad la inadvertencia.
TARARIRA
Don Modesto, ¿cómo ahora, sobre llevarse la prenda, no se tiran los galanes?
DON MODESTO La
culpa tienen aquellas que han puesto en tan bajo precio los favores, que cualquiera puede haberlos, y las cosas se estiman conforme cuestan.
DOÑA TECLA
Señor abate, mil gracias.
DON ZOILO
Mandad cuanto se os ofrezca que, aunque soy abate, no soy inclinado a la iglesia. (Tocan dentro.)
DON SIMPLICIO
Hijas, el segundo toque.
Dª
VERÓNICA ¿Quién la mantilla me echa?
DOÑA
TECLA ¿Quién me tira esta basquiña?
DOÑA
PLÁCIDA ¿Quién un rosario me presta, que no sé dónde está el mío?
DON SOPLADO
Ahora un libro cualquiera es más moda que el rosario.
DOÑA PLÁCIDA No
tengo.
DON ZOILO
Para una urgencia la Guía de forasteros basta. (Dásela.)
Dª
VERÓNICA (A DON SIMPLICIO.) Tú en casa te quedas y, si tarda la criada, echa al puchero la especia y di a quien venga que
espere, que a la misa de una y media o de las dos puedes ir.
DON SIMPLICIO
Voy a ponerme las medias y a obedecerte.
TARARIRA ¿Podrá ser verdad esta comedia?
DON
MODESTO (Aparte.) Yo no lo sé. Lo que es cierto que va la critica a tientas; el cogido calle y diga el que no: ¡ande la rueda!
(Vanse los petimetres agarrados de las manos de las damas; detrás, burlándose, DON MODESTO y TARARIRA; DON SIMPLICIO por el otro lado, y se da
fin.)