Mezclando colores:

Rob Gonsalves, la realidad de los sueños.

En ocasiones la pintura se convierte en poesía y crea sensaciones oníricas por medio de elaboradas metáforas, imágenes imposibles o paradójicas alegorías, y surge la magia.

Un trabajo de… 

La imaginación es una herramienta poderosa que  nos regala mundos de fantasía con elementos de la realidad, y se convierte en una puerta de salida, en un punto de escape, en un horizonte renovado y disponible. Pero, a cambio, la imaginación cobra un precio: se alimenta de nuestra esencia, se nutre de nosotros mismos. Y a pesar de ello, Rob Gonsalves inventaba mundos ilimitados y hermosos con cada una de sus pinturas.

Rob Gonsalves, el artista canadiense nacido en Toronto el 10 de julio de 1959, conoció de cerca el delicado trato con la imaginación mediante su destreza para transportar a los espectadores a mundos de realismo mágico a través de sus gráciles y atractivas ilusiones ópticas. Y que es del todo imposible que, estando ante una sus obras, las mentes, tanto de niños como de adultos, no se desplacen más allá de sus asuntos cotidianos intentando descubrir nuevas promesas o antiguos secretos al otro lado de sus límites.

Aunque encuadrado dentro del surrealismo, RobGonsalves, difiere de este movimiento en que sus imágenes no se limitan al subconsciente de las personas, sino que las proyecta hacia una experiencia casi mágica en el pensamiento consciente. Cierto que su arte debe mucho a grandes maestros como Salvador Dalí, René Magritte o MC Escher, pero su manejo incomparable de la perspectiva, su atención a los detalles técnicos y su visión realista, se dirigen más hacia el poder de la imaginación que hacia la psicología de los sueños. Podríamos asegurar que su arte es popular y, eso sí, no deja indiferente a nadie porque su intención con cada dibujo es conectar las cosas que suceden en la naturaleza con los entornos de creación humana, como, por ejemplo, podemos observar en la pintura titulada NightLights, donde las constelaciones del universo son, en realidad, las ciudades europeas iluminadas en la noche.

Rob Gonsalves fue un niño soñador que ocupaba la mayor parte de su tiempo en dibujar lugares imaginados, gozando así del placer de dar forma a lo que solo existía en su cabeza. Pero, al mismo tiempo, estaba bastante bien dotado para las matemáticas, lo que influyó de manera determinante en sus creaciones artísticas, gracias a su dominio de la perspectiva y sus estudios sobre arquitectura, lo que le permitió jugar con el enfoque de los edificios y las formas. Pero el foco de su interés artístico no se limitaba al dibujo y la pintura, pues también estuvo vivamente interesado por la literatura y la música, con lo que el horizonte de su fantasía se ampliaba considerablemente.

Tras acabar sus estudios de arquitectura, desempeñó su trabajo en ese campo durante cinco años. De algo tenía que comer. Sin embargo, por muchos intentos que hizo, no logró compaginar su trabajo con los impulsos apremiantes de su imaginación y, tras el gran éxito obtenido por sus obras en la Exposición de Arte al Aire Libre de Toronto en 1990, regresó definitivamente a la pintura.

Sus primeros pasos estuvieron bajo la influencia del surrealismo con el aporte de las experiencias vividas en la arquitectura. Sin embargo, no tardó en sentir la llamada de lo mágico y lo onírico, dedicando su empeño en encajar aquellos mundos en este mucho más físico, y encontró la solución, tras una colaboración con Rene Magritte, en las inmensas posibilidades de las ilusiones ópticas donde dualidades opuestas se metamorfosean la una en la otra. De aquí surgieron las bellas imágenes de niños jugando, cuyos pensamientos imaginativos se van volviendo realidad a su alrededor. Pronto sus dibujos aparecieron como ilustraciones de libros infantiles y su colección de libros Imagine a… así como sus exposiciones se convirtieron en rotundos éxitos.

Rob pensaba que la magia formaba parte de la vida, y solo era cuestión de que estuviésemos abiertos a ella para poder percibirla, por eso todas ilusiones tenían una finalidad: el descubrimiento de la belleza y el impacto emocional que ese descubrimiento pudiera ocasionarnos.

 

Cuando Rob Gonsalves se quitó la vida, en un hermoso día del mes de junio, tenía 57 años y estaba en su mejor momento creativo. Aunque hacía ya tiempo que se le había detectado una enfermedad mental, nadie entendió sus motivos, pero todos sabían que Rob siempre había ido buscando respuestas.

 

NOTA:

Podéis ver muchas más pinturas de Rob Gonsalves en otros artículos de este número de la revista.

Gracias por leernos...

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