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Leyendas del mundo: El sapo mágico de Ecuador.

Esta es una leyenda que se cuenta desde hace muchos años en las selvas de Ecuador y trata de un sapo que se convertía en un feroz jaguar cuando se sentía molestado. 

Esta es una leyenda que se cuenta desde hace muchos años en las selvas de Ecuador y trata de un sapo que se convertía en un feroz jaguar cuando se sentía molestado. Seguramente pensaréis que esto no puede ser y que me lo he inventado, pero os garantizo que en aquellas tierras de Sudamérica todavía se pueden encontrar viejos campesinos que aseguran haberlo visto con sus propios ojos y que en ciertas noches lo oyeron lanzar al viento su canto: “¡Kuartan-tan! ¡Kuartan-tan!...!” que repetía durante horas. Y así fue como lo llamaron.

 

También cuentan que un joven de una tribu salió una noche a cazar a pesar de las quejas y los temores de su joven esposa, quien le avisó sobre lo peligroso que sería para él encontrarse con el sapo que se convertía en jaguar, pero el muchacho no creía en, lo que él llamaba, “cuentos de viejas”, aunque, de todas formas, le prometió que, si lo veía, no le diría absolutamente nada para no hacerlo enfadar.

 

Así que, sin pensarlo más, se introdujo en la oscuridad de la selva en la que ni la luz de la luna podía penetrar. Pasadas más de dos horas luchando a machetazos con las ramas que se le cruzaban en el camino, el pobre chico no había visto ningún animal digno de ser cazado y ya pensaba que no le quedaría más remedio que volver a su choza sin nada para comer. “Igual se los ha devorado todos el sapo Kuartan”- pensó y comenzó a reírse de su ocurrencia y se puso a gritar el nombre como diversión. En vista de que no recibió respuesta alguna, se animó e inventó una cancioncilla para distraerse: “¿Dónde estás sapito mágico? ¿Estará por aquí? ¿Estará por allá? ¿Dónde estará el jaguar canijo?” De esta forma, lo único que consiguió fue despertar a los animales de la selva, quienes comenzaron a protestar en sus respectivos idiomas, y a esconderse más profundamente.

 

Pero, de pronto, un rugido como un trueno hizo vibrar las hojas de los árboles y todo se volvió silencio. El cazador se quedó paralizado y, todavía más, cuando ante él apareció el jaguar más enorme que jamás había visto, el cual, abriendo sus enormes fauces, se lo tragó de un bocado.

 

A la mañana siguiente, las gentes del poblado vieron a la joven esposa muy preocupada esperando a su marido que aún no había vuelto de cazar. Unos la tranquilizaban diciéndole que él conocía muy bien la selva y que seguramente se habría retrasado persiguiendo alguna buena pieza. Otras pensaban que igual le había entrado sueño y se había quedado dormido. Algunos, más optimistas, le decían que habría cazado tanto que estaría pensando cómo traerlo todo a casa. Pero ella presentía que se había encontrado con el sapo Kuartan y le habría hecho algo malo. Así que, antes de que el sol comenzara a calentar demasiado, decidió ir a buscarlo.

 

No tardó en encontrar sus huellas, por lo que siguió su rastro hasta llegar a un claro en el que las pisadas desaparecían bruscamente. “¿Cómo es posible? – pensó, y comenzó a llamarlo cada vez más nerviosa y preocupada - ¿Dónde estás, mi amor? ¿Quién se te ha llevado?” Mientras esto decía, miraba en todas las direcciones hasta que, sobre una roca cercana al río, vio la cosa más sorprendente que jamás hubiera visto: un sapo enorme, tan grande como su choza, que dormía plácidamente al calorcillo del sol de la mañana. “Vaya, vaya, este debe ser Kuartan – se dijo. – Así que mentiras, ¿eh? Y está así de grande porque se debe haber tragado a mi marido y, hasta que no lo digiera, no puede volver a su tamaño natural.

 

Sin pensarlo ni un momento, empuñó su machete y cortó una gruesa rama de un árbol y con ella se encaramó a la roca y le dio un fuerte golpe en la cabeza del sapo que, despertado tan bruscamente de su plácido sueño y ante la sorpresa del golpe, cayó de espaldas hasta el borde del río vomitando todo lo que llevaba en su panza, incluido el joven cazador quien, al ver a su esposa blandiendo la rama, fue hacia ella corriendo y lleno de alegría para abrazarla, aunque ella lo detuvo antes de llegar y le obligó a lavarse en las aguas del río pues iba todo pringoso de los jugos gástricos del sapo.

 

Mientras tanto, el sapo Kuartan, ya restablecido del batacazo y liberado del hombre que llevaba en su panza, fue encogiendo poco a poco hasta alcanzar su tamaño natural. En ese momento pensó que lo mejor sería poner tierra de por medio y se largó a largos saltos hasta perderse en la espesura de la selva.

 

De regreso a la aldea, los ancianos le recriminaron al joven cazador por su comportamiento temerario al salir de caza solo y en la noche y por su falta de respeto al burlarse del sapo. Y ya en casa, su esposa le riñó por no haber cumplido lo que le había prometido, pero este enfado se le pasó muy pronto…

Gracias por leernos...

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