La casa alemana es la primera novela de Annette Hess, quien ya era conocida en Alemania por sus guiones televisivos, sobre todo con la producción
de UFA “Ku’damm 56”, la historia de una escuela de danza en el Berlín de los años 50 del pasado siglo, por la que recibió grandes elogios de la crítica.
En esta novela, donde mezcla la realidad con la ficción,
la acción se traslada al Frankfurt, en el Estado federado de Hess, de la década de 1960, justo cuando comienzan en esa ciudad los juicios sobre Auschwitz, en los que no se acusó a los principales
criminales de guerra, como en el caso de los juicios de Nuremberg, sino a los ejecutores menos conocidos que desempeñaron su “trabajo” en el campo de exterminio más grande creado por los nazis para
llevar a cabo el asesinato en serie de los judíos.
Y para acercarnos a este hecho, Annette crea una familia
media alemana, dueños de un restaurante, La casa alemana, donde el padre es el cocinero y la madre sirve las mesas, donde la hija mayor no ayuda prácticamente nada, pues tiene su propio
trabajo, la mediana lo hace a regañadientes y al pequeño mejor mantenerlo alejado. Una familia común que, al igual que otras muchas familias alemanas, están comenzando a levantar sus economías y a
olvidar, sobre todo a olvidar, centrándose en sus cosas cotidianas, en sus pequeñas victorias, sus pequeños problemas, en sus pequeñas alegrías, sus pequeñas derrotas, viviendo al día e intentando
planificar un futuro.
Eva, la segunda hija de esta familia, es intérprete y le
hacen una oferta que no puede rechazar: traducir las declaraciones de los testigos polacos en el juicio que va a dar comienzo, un trabajo bien pagado y de cierto prestigio, por lo que acepta sin
dudarlo, a pesar de la extraña desconfianza de sus padres y de su novio, un joven heredero de una conocida empresa de venta por correo. ¿Qué puede haber de malo en traducir lo que aquellas personas
tengan que decir?...
Pero esta decisión cambiará el mundo de Eva porque no solo
se enfrenta con los terribles detalles del Holocausto, sino al mismo tiempo con aquella parte de la historia alemana que era casi desconocida en aquel momento, simplemente, porque la sociedad no
quería recordar, no quería saber. Lo que sería la “segunda culpa” del pueblo alemán, como dijo Giordano, que no es otra cosa que el ocultamiento de los crímenes contra los judíos y la falta de
castigo para los responsables, algo que Eva, intenta con todas sus fuerzas negar, hasta que las evidencias le demuestran que ese acto de reprimir y negar forma parte de la historia de su propia
familia.
La propia autora declaró que hasta hace pocos años ella
misma hablaba orgullosa de su abuelo el policía, hasta que se enteró de que las primeras gasificaciones en camiones se llevaron a cabo cerca de Bromberg. Ya no podía preguntar a su abuelo y tampoco
quería acusarlo, por lo que apareció ese punto negro en su familia que le torturó durante un tiempo, y esto le hizo decidirse a llevar a cabo la redacción de esta novela.
Hess ha diseñado sus personajes llenos de contradicciones
y con una cierta sensación de impotencia, lo mismo que le ocurrió a ella, por lo que no los condena, sino que los muestra tal como son, y así, Eva es una extensión de sí misma: una joven ingenua que
basa su felicidad en una vida familiar armoniosa. Sin embargo, su novio, Jürgen, es rígido y conservador e intolerante con la desobediencia de su futura esposa. Los padres, cariñosos y trabajadores,
siempre preocupados por el bienestar de sus hijos, están repletos de silencios cuando llega el momento de la verdad.
Uno de los grandes logros de esta novela es la utilización
del lenguaje de los años sesenta, lo que le da una autenticidad opresiva en una atmósfera de represión y olvido, mostrando solo la fachada de honestidad que oculta la verdad. Por ello, todos los
personajes, si los observamos bien, al final de la novela vemos que poseían una aureola metafórica: el hecho de que Eva tenga que contar en su lengua aquello que quiere negar; el cruel secreto que
esconde su hermana Annegret, quien trabaja como enfermera; la afición de su hermano pequeño, Stefan, a jugar con tanques y soldados; los sacrificios de su madre, una mujer combativa, pero sin propia
voluntad; el refugio que encuentra su padre en la cocina…
Hasta aquí hemos hablado de la novela, pero ¿qué hay de la parte
histórica?