Mis amigos los libros:

La maestra de títeres, de Carmen Posadas

Si ha habido una mujer destinada a brillar, esa es Beatriz Calanda, cuya vida exagerada y excesiva recorre los sesenta últimos años de la historia de España. (…) Sí, todos la conocen, pero nadie, ni siquiera los maridos, mucho menos sus hijas, saben quién es en realidad.

Un trabajo de…

“Cuando escribes, y esto es algo que hacemos todos los escritores, tomas muchos elementos de gente diversa que has conocido a lo largo de tu vida y formas un ‘collage’”. Estas fueron las palabras de Carmen Posadas para un medio de comunicación bastante conocido en ciertos círculos sociales, cuando intentaba desmentir que Beatriz Calanda, la protagonista de su novela La maestra de títeres, tuviera algo que ver con una mujer real que ha sido el adorado y deseado tótem de la prensa del corazón durante décadas.

Y es que con la llegada de la joven Beatriz, hija de españoles “emigrados” a Londres, a la España de los años 70 por expresa decisión de sus progenitores, quienes tienen la urgencia de alejarla de una relación poco adecuada, para quedarse a vivir con unos tíos acomodados, nuestra autora tiene la excusa perfecta de realizar una detallada pintura sobre la alta sociedad española, la también llamada “jet set” (no confundid con la “beatuful people”, pues estos eran intelectuales, muy preparados, con ideas izquierdistas), que pululaba por las calles de moda madrileñas en las décadas de los 60, 70 y 80 del pasado siglo, ese grupo de rancio abolengo del tardío franquismo que experimentó una espléndida metamorfosis durante la transición y la democracia, aunque últimamente emane, todavía, un cierto tufillo nostálgico.

Beatriz, a diferencia de su madre, Ina, está perfectamente dotada para navegar, incluso bucear, por las turbulentas aguas donde pastan, devorándose unos a otros, tiburones de varias especies: aristócratas, industriales, financieros, artistas… hasta aquellas personas que viven a cuerpo de rey de su nombre, su apellido, su hechura o su cara, y por la cara. Y la niña lo va a saber explotar encadenando una serie de matrimonios, con sus consiguientes separaciones: un venerado actor, un exitoso escritor, un alicaído y lujurioso aristócrata y un banquero, teniendo con cada uno de ellos una hija, y obteniendo pingües beneficios con las exclusivas.

La historia de La maestra de títeres es pura ficción, sin embargo, aparecen en ella diversos personajes reales de cada época, desde Lola Flores y Nati Mistral, hasta Javier Marías o Luis Miguel Dominguín, y un largo etcétera de noctámbulos y noctámbulas del Madrid castizo de los años de la “castidad”, donde las jóvenes casaderas se dejaban ver, como en un desfile de moda, ante escaparates de tiendas y cafeterías: Embassy, Manila o California, o en las delirantes fiestas en alguna sala tipo Bocaccio, en reclamo de ávidos ojos y vaporosos deseos de hombres ociosos con la etiqueta de “libre”, aunque, en ocasiones, aquello concluyese en algún viaje a Londres en el avión de los jueves con la urgencia visitar los almacenes Harrod’s, claro que las más afortunadas podían cerrar la contrariedad con alguna boda adecuada. Todas estas realidades de una alta sociedad endogámica con cierta tendencia a la hipocresía y, con el tiempo, muy acomodaticia, como se haría patente en el transcurso de los años, en vez de desvirtuarla, da más credibilidad a la acción central, la cual, por otra parte, se divide en tres tiempos distintos: el de Ina (franquismo), el de Beatriz (transición y democracia) y el de Gadea (actualidad).

Carmen Posadas sabe de lo que habla en su novela pues, siendo hija de un diplomático uruguayo en la embajada de su país en España (aunque también estuvo en la de Argentina, Inglaterra y Rusia), donde cursó estudios en el British Institute y en el Colegio Santa María  del Camino, aunque su rendimiento académico parece que no fue para redoble de campanas, y habiendo estado casada, en primeras nupcias, con el financiero Rafael Ruiz del Cueto, por quien abandonó sus estudios en la Universidad de Oxford y con quien tuvo sus dos hijas (boda al más puro estilo ruso, perpetrada en Moscú, donde no faltó ni la tradición de depositar un ramo de flores en la tumba de Lenin), y con Mariano Rubio, el famoso economista y gobernador del Banco de España entre 1984 y 1992, en segundas nupcias, previo divorcio del primero, claro está, Carmen tuvo tiempo y ocasión de conocer perfectamente ese mundillo del que habla en su novela.

El caso es que las historias de las tres mujeres protagonistas sirven perfectamente para estructurar parte de la historia reciente de España: desde la posguerra hasta la actualidad, dejando en evidencia lo que todos sospechábamos: que en aquella España en blanco y negro, de misa diaria, de recato, de cuaresmas, de pecado confesado y procesiones, había algunos españoles que se lo pasaban muy bien… Claro, que luego se le ocurrió a Franco hacer ministros a los tecnócratas y se colaron algunos elementos de la clase media en los fríos pasillos de la endogamia de la clase alta… Los toreros no cuentan, pues esos siempre daban cierto prestigio patrio a la fiesta que se preciara.

Aunque no es una novela histórica, la historia es una más de las protagonistas; tampoco es un ensayo político, pero la política y sus agentes tienen un papel importante en ella, desde ministros franquistas, hasta maquis y revolucionarios, desde activistas de izquierda a gerifaltes de la derecha; ni tampoco es un análisis sociológico, sin embargo, explica a la perfección la evolución vivida en España durante aquellas tres o cuatro últimas décadas del siglo XX, y, sobre todo, no es una novela feminista, pero reivindica a gritos el papel imprescindible, la inteligencia indispensable y las armas de mujer vitales para el buen funcionamiento de cualquier sociedad que se precie.

Otro punto interesante de esta novela es comprobar la importancia de la mentira en nuestras vidas: la mentira ha llegado a ser algo obligatorio, incluso urgente, tristemente inevitable y, sobre todo, inexcusable. Nadie es quien dice ser. Todo el mundo se calla algo, lo esconde o lo disfraza, maquilla el pasado y, muchas veces, se lo cree porque el silencio, ese tenaz aliado, lo entierra en lo más profundo del olvido. Pero ¿sería realmente habitable un mundo donde todos dijéramos siempre la verdad?...

Beatriz no habla de su pasado, forjándose una biografía mediante las exclusivas a las revistas del corazón y a otros medios de comunicación que procuran la catarsis o, en su defecto, el consuelo al pueblo. La familia ni se lo plantea, ella es así y punto, ¿para qué darle más vueltas? Pero a veces aparece la mosca cojonera que no descansa hasta dar la vuelta a las cosas y levantar las alfombras para ver el polvo que había ocultado durante tanto tiempo. Esa es su hija pequeña, Gadea. Dicen que la verdad nos hará libres, pero ¿a qué precio?...

La maestra de títeres es una novela bien construida, bien documentada y con cierto aire de nostalgia. Escrita con un lenguaje claro, directo y cuidado que llega con facilidad a quien la está leyendo, va metiéndonos en la trama de mano de las tres protagonistas, primero con suavidad, más que lentitud, y creciendo en la intriga a medida que pasamos los capítulos, cuyo tránsito resulta ameno gracias a la ironía, a veces sutil y otras incisiva, pero siempre latente.

Carmen Posadas nació en Montevideo (Uruguay) en 1953 y reside en Madrid desde 1965, aunque pasó largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres, ciudad en la que su padre desempeñó cargos diplomáticos.

Comenzó escribiendo para niños y en 1984 ganó el Premio Ministerio de Cultura. Es autora además de ensayos, guiones de cine y televisión, relatos y varias novelas entre las que destaca “Pequeñas infamias” galardonada con el Premio Planeta de 1998.

Sus libros han sido traducidos a veintiún idiomas y se publican en más de cuarenta países. La acogida internacional, tanto de lectores como prensa especializada, ha sido inmejorable. “Pequeñas infamias” recibió excelentes críticas tanto en The New York Times como en The Washington Post. En el año 2002 en la revista Newsweek se saludaba a Carmen Posadas como “una de las autoras latinoamericanas más destacada de su generación”.

Otros galardones son el Premio Apeles Mestres de literatura infantil y en el año 2008 Premio de Cultura que otorga la Comunidad de Madrid. (fuente: www.carmenposadas.net)

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