En El jinete polaco la verdadera protagonista es la
memoria, es una novela de la memoria, del retorno a las raíces, del tradicional reconstruir, aunque sea en parte, aquella historia silenciada, oculta, mediante el despliegue de una serie de
microhistorias en boca de aquellos seres que habitaron la oscuridad de un país replegado en sí mismo.Un viaje al pasado que Muñoz Molina realiza mediante la autobiografía ficticia de Manuel, quien
reconstruye, apoyándose en sus recuerdos y sus reflexiones, el paisaje natural y humano de una pequeña ciudad, Mágina, bautizada con el patronímico de la sierra jienense real, un pueblo que pudo
existir, pero que tan solo evocaa otra localidad cercana donde transcurrieron los primeros años del propio autor. Y así, utilizando los recursos que se dicen propios del posmodernismo, el creador,
por medio de la voz novelada del narrador, analiza la sociedad española de aquellos momentos.
Manuel es un hombre de mediana edad que trabaja de traductor
simultáneo, ocupación que le obliga a viajar por el mundo, allá donde las necesidades de los diferentes organismos internacionales le demanden. Manuel nació en Mágina y allí pasó su infancia y parte
de su juventud, pero soñaba con escapar de aquella rutina, de aquel pequeño mundo rural que él, como la mayoría de sus amigos, consideraba mediocre y donde temían marchitarse entre el silencio y la
soledad. Sin embargo, al cabo de los años, Manuel, perdidas sus raíces, no pertenece a ninguna parte, y aquella promesa de una vida feliz y repleta de experiencias estimulantes se ha quedado en nada,
a lo cual hay que sumar su también decepcionante vida personal; y la soledad y el silencio le acompañan allá donde va. Pero conoce a una mujer con la que comienza una relación inesperada, Nadia, hija
de un personaje respetado en el pueblo, el comandante Galaz, el héroe de los republicanos de Mágina tras su intento de detener el levantamiento, matando de un tiro en el pecho al teniente Mestalla y
defendiendo el Ayuntamiento con sus tropas en apoyo al alcalde, hombre retraído, orgulloso y leal, sin suerte en el amor, sentimiento que solo conoció cuando tuvo a su hija. Y ambos, gracias al
contenido de un viejo baúl, legado de Ramiro Retratista, aquel fotógrafo que se enamoró de la emparedada momificada que llevaba sesenta años muerta, y quien se quedó con el laboratorio fotográfico
del alemán Otto Zenner, refugiado en Mágina tras la Primera Guerra Mundial, tras su regreso a Alemania, ambos, repito,desde un piso de Nueva York, llevan a cabo un viaje de retorno, mediante los
recuerdos, hacia un pasado insospechadamente compartido, hacia sus mutuas raíces en un pueblo perdido en una sierra andaluza.
Sí, Mágina, la ciudad ficticia, se parece bastante a la
ciudad de origen de Antonio Muñoz Molina, Úbeda, el escenario que este autor ha elegido,en varias ocasiones, para algunas de sus novelas. Aparece descrita, en un principio, dentro de su ruralidad,
aunque posteriormente la veremos como una ciudad, aunque todavía apegada al campo,con claros indicios de unos principios de modernidad. En Mágina se perpetúan muchas de las creencias y mitos
arraigados en las tradiciones del pueblo, y en ella todavía se mantienen algunas de las antiguas estructuras sociales. Es bastante herméticas para los visitantes, como le ocurre a Don Mercutio, el
médico que llega desde Madrid. Allíel tiempo no se mide por los métodos convencionales, los relojes no sirven para su cometido, sino por las cosechas y las estaciones del año; allí las noticias
llegan con retraso y el progreso no acaba deaparecer. Por ello no es extraño que el tiempo transcurra de manera diferente según la forma de narrar de Manuel: lineal cuando habla de su vida fuera de
Mágina, circular cuando acontece en el pueblo. A veces, incluso se mezclan el pasado y el presente, pues el concepto temporal es diferente para los habitantes de Mágina que para los visitantes. Sin
embargo, el tiempo más vigente de la novela es el pasado: la Guerra Civil y la posguerra, hechos históricos, sonrevividosa partir de los hechos intrahistóricospor medio de las experienciaspersonales
de los personajes ya, en su mayoría, muertos.
La novela está dividida en tres partes: “El reino de las
voces”, donde se habla de la infancia de Manuel, “Jinete en la tormenta”, que corresponde a su salida de Mágina para estudiar y crearse un futuro, y “El jinete polaco”, con la
vuelta a su pasado y sus raíces mediante el recuerdo.
El título hace referencia a una lámina que reproduce el
famoso lienzo de Rembrandt donde aparece un hombre solitario montado sobre un caballo blanco y armado con un arco y su respectivo carcaj repleto de flechas y que Don Mercutio llevó consigo en su
exilio hasta Mágina y que Manuel llevará allá donde vaya. Con el médico da comienzo esta historia y, aunque al inicio no parece que vaya a tener demasiada transcendencia, luego descubriremos que su
papel era más importante de lo pensado. Y es que en El jinete polaco la soledad está presente en toda la novela y en todos sus personajes, desde Don Mercutio hasta Manuel o Nadia, pasando
por el amplio abanico que despliega Antonio Muñoz Molina.
El atractivo de la historia es patente, pero a ello hay que
sumarle el estilo brillante y el manejo notable del lenguaje por parte de su autor, lo que hace de ella una dobra destacable dentro de la literatura española contemporánea.