Pero antes de seguir con el análisis de Penélope y las
doce criadas no estaría mal refrescar un poco la memoria sobre La Odisea. Este poema épico escrito por Homero entre los años 725 y el 675 a.C. relata la vuelta de Ulises a la isla de
Ítaca, de la que es rey, tras los diez años de guerra por conquistar la ciudad de Troya. En este viaje de retorno Odiseo empleará otros diez años a causa de una serie de sucesos que le van impidiendo
su avance. En la primera mitad del poema vemos cómo Telémaco, hijo de Ulises y Penélope sale en busca de su padre. Mientras tanto Odiseo deja la isla de Calipso y naufraga en la tierra de los
feacios, donde es encontrado por Nausica, hija de Alcinos y la reina Arete, a quienes les cuenta los diversos eventos de su aventura desde que el viento desvió el barco de Ulises hacia la tierra de
los comedores de loto, planta que también comen sus hombres y les hace olvidar sus deberes, por lo que Odiseo les obliga a volver al barco e irse. La siguiente escala es en la isla de los cíclopes,
donde Ulises ciega a Polifemo, quien luego resultó ser hijo del dios del mar Poseidón, por lo que éste le impide continuar con facilidad el viaje, aunque consiguen llegar hasta el rey Eolo, quien le
regala a Odiseo una bolsa de vientos para ayudarle a empujar las velas de la nave, pero la tripulación suelta todos los vientos de golpe y se produce una terrible tormenta que les lleva hasta la isla
de los gigantes caníbales, los lestrigones, quienes les hunden todos los barcos menos en el que está Ulises. Huyendo de una muerte casi segura, llegan a la isla de Circe, hija de Helios, el dios sol,
quien droga a los hombres de Odiseo convirtiéndolos en cerdos, pero Ulises convence a Circe para que deshaga el hechizo y, a cambio, convive con ella durante un año. Al cabo de ese tiempo, viajan
hasta la entrada del inframundo, donde Odiseo se encuentra con varios espíritus, incluido el de Tiresias, el vidente ciego, quien le predice el asesinato de los pretendientes de Penélope por parte de
Ulises y le advierte de que no debe dañar el ganado de Helios. Durante el viaje pasan cerca de la isla de las sirenas, criaturas cuyo canto hechiza a los marineros y los conduce a la muerte, por ello
Odiseo obliga a sus hombres a ponerse cera en los oídos y pide que a él lo aten al mástil del barco para poder escuchar dicho canto sin poder ser engañado. Más tarde se salvan de un monstruo de seis
cabezas llamado Scylla y un remolino gigantesco, para llegar a la isla de Helios, donde sus hombres, haciendo oídos sordos a los consejos de Tiresias, matan parte del ganado del dios, por lo que Zeus
mata a todos menos a Ulises, quien escapa hasta la isla de Calipso, donde la ninfa que la habita quiere que Odiseo sea su esposo y lo retiene durante siete años. La segunda parte del poema comienza
con la huida de Ulises de Calipso hasta la de Phaeacia y desde allí a Ítaca, donde le espera Penélope tejiendo y destejiendo para engañar a sus pretendientes. Odiseo llega disfrazado. Gana un
concurso disparando una flecha a través de una docena de ejes y se enfrenta a los pretendientes instalados en su palacio matándolos a todos, así como a las criadas que se acostaron con
ellos.
Penélope era hija del rey Icario de Esparta y de una ninfa
del agua (náyade). Hasta ella llegaron habladurías sobre que su padre intentó matarla cuando era una niña, arrojándola al mar, para evitar la profecía de que ella tejería su mortaja de muerte, sin
embargo, fue salvada por una bandada de patos y el rey ya no volvió a intentarlo. Su madre nunca fue cariñosa con ella y con frecuencia estaba ausente. Cuando cumplió quince años, su padre organizó
una carrera en la que el premio era la mano de su hija, ni que decir tiene que esa carrera la ganó Ulises, aunque se piensa que hizo trampas ayudado por el tío de Penélope. Tras ello, se fue a vivir
con la familia de Ulises en la isla de Ítaca, donde nunca se sintió a gusto, a pesar del amor que le profesaba Ulises, pues su suegra Eurycleia y la niñera de Odiseo le hicieron la vida imposible,
aunque todo mejoró cuando nació Telémaco. Pero poco duró la felicidad, ya que su prima, le hermosa Helena, abandonó a Menelao y se escapó con Paris hasta Troya. Ulises tuvo que partir con Menelao, a
causa de su juramento de fidelidad, hacia Troya para recuperar a Helena. Mientras Ulises luchaba en la Guerra de Troya, Penélope lo esperaba en Ítaca administrando sus tierras y bienes y criando a
Telémaco. Cuando se enteró de que la guerra había concluido, buscó el barco de su marido, pero éste no aparecía por ninguna parte. Los juglares le traían continuos rumores sobre su paradero, aunque
no parecían muy fiables, pero con el tiempo, hasta estos rumores cesaron y todos comenzaron a pensar que Odiseo jamás volvería. Esto atrajo a un gran número de pretendientes que buscaban a Penélope
como esposa. Estos se iban quedando, comiendo y bebiendo a costa de las reservas del palacio y manteniendo relaciones sexuales con las criadas. Penélope urdió una estratagema para mantenerlos a raya
diciéndoles que no podía contraer matrimonio con ninguno mientras no hubiera acabado el sudario para su suegro, Laertes, pero todo lo que tejía durante el día, por la noche, ella y las doce criadas
desenmarañaban todo su trabajo. Así mismo, les ordenó a las doce criadas que se hicieran amigas de los pretendientes y descubrieran sus secretos y sus planes hablándoles mal de ella y de Ulises para
ganarse su confianza. Todo esto funcionó durante un tiempo, pero al final fue descubierta. Telémaco, por su parte, se fue en secreto a buscar a su padre, aunque los pretendientes se enteraron y
planearon una emboscada, aún así, Telémaco regresó sano y salvo, pero sin su padre. Un día en que Penélope volvía de sus oraciones, se encontró con un mendigo en quien ella reconoció a su esposo,
pero lo disimuló y lo envió a bañarse, y en el palacio, Ulises, escuchó cómo las criadas hablaban mal de él y de su esposa con los pretendientes. Penélope organizó un concurso de tiro de arco para
decidir qué pretendiente elegiría, concurso que ganó con facilidad Ulises, todavía disfrazado. Ulises mató a todos los pretendientes y ordenó hacer lo mismo con las doce criadas, creyendo que estaban
en su contra. Finalmente, las doce criadas, Penélope y Ulises se encuentran en el más allá y las sirvientas deciden llevar a Ulises a juicio por haberlas matado. Ese crimen separó a Ulises y a
Penélope para siempre, más allá de la eternidad, por lo que ella se queda en los campos de asfódelo, la flor inmortal, mientras que él se va y vuelve continuamente.
En conclusión, con este mito se nos demuestra que la
narración y la mentira son dos habilidades estrechamente conectadas, todos inventamos narraciones que puedan favorecer nuestros intereses, como en su momento hizo Penélope, lo que ocurre es que
también puede ser un arma de doble filo que luego se vuelva contra nosotros. Otro tema bastante interesante es el de los roles de género y clase, pues si bien aquí a parecen las mujeres por debajo de
los hombres, así mismo están las criadas por debajo de su ama y todas obedecen a los superiores, a pesar de realizar actos que les denigran, por miedo a las represalias. Y, por último, sería bueno
reflexionar sobre si la sociedad ha cambiado o no con el paso del tiempo, pues posiblemente lo haya hecho en lo que concierne a los instrumentos y elementos externos, sin embargo, ese cambio no está
tan claro cuando tocamos los sentimientos, deseos y reacciones humanas.