Joaquim Manuel de Macedo, natural de la localidad brasileña de Itaborai, Río de Janeiro,
fue un reconocido dramaturgo, poeta, periodista, novelista y educador, además de médico, cuya obra más conocida fue la novela A Moreninha y ocupante de la vigésima silla de la Academia
Brasileña de las Letras. Se graduó en Medicina en 1844 y comenzó a practicarla en las tierras interiores de Río, el mismo año en el que publicó su poema anteriormente citado. Fue cofundador, junto
con Manuel de Araújo-Alegre y Goçalves Días de la revista Guanabar, en la que aparecieron algunas partes de su extenso poema A Nebulosa. Más tarde abandonaría la Medicina para
dedicarse a la enseñanza de Geografía e Historia en el Colegio Pedro II y se convirtió en tutor de los hijos de la princesa Isabel gracias a su vinculación con la familia imperial brasileña. Así
mismo, fue diputado, tanto provincial como general y miembro del Instituto Histórico y Geográfico de Brasil. Estuvo casado con María Catarina Sadré, prima del poeta Álvares de Azevedo, a la que
utilizó como personaje central de su novela más afamada. Entre sus trabajos se cuentan once novelas, dos sátiras políticas, tres libros de crónicas, ocho obras de teatro, un libro de poemas, dos de
biografías y una tesis médica. Durante sus últimos años de vida sufrió diversos trastornos mentales, falleciendo el 11 de mayo de 1882.
A BELA ENCANTADA
(Escrito no álbum de uma Senhora)
Mancebo imprudente, leviano mortal,
Ausenta-te, foge, se não, ai de ti!
Não fiques num sítio, qu'é sítio fatal,
Não pares aqui.
(...)
Se a visses... tão bela!... de branco vestida,
Coas negras madeixas no colo a ondear,
Tão só, qual princesa de um trono abatida,
Cismando ao luar...
Se a visses... tão branca, da lua ao palor
Uma harpa sonora então dedilhar,
E à margem do lago ternuras de amor
Essa harpa entornar...
Se então tu a visses... tão branca e tão bela
Com a harpa inclinada no seio ao revés,
Vertendo harmonias, com a lua sobre ela,
E o lago a seus pés...
Se a visses... não vejas, incauto mortal;
Ah! foge! ind'é tempo; não pares aqui;
Não fiques num sítio que é sítio fatal;
Se não — ai de ti!...
Não vejas a bela, que em vê-la há perigo;
Estila dos lábios amávio traidor;
Não vejas!... se a vires... — eu sei o que digo!... -
Tu morres de amor!
Rio de Janeiro, 17 de setembro de 1849