En septiembre de 2019 se cumplieron 500 años del inicio de
una de las aventuras más increíbles de la historia, algo que ni los mismos protagonistas tenían la seguridad de poderlo realizar, lanzándose a ella por simples sospechas, cierta intuición y un mucho
de esperanza. Me refiero a la primera vuelta al mundo iniciada por el portugués, aunque al servicio de la Corte de Castilla, Fernando de Magallanes, y culminada por el vasco Juan Sebastián
Elcano.
De esta gesta trata la novela La ruta infinita, del
historiador José Calvo Poyato, autor de otras obras como El hechizo del rey, Conjura en Madrid, La Biblia Negra, Sangre en la calle del Turco, El Gran Capitán o El Espía del Rey,
quien une en sus textos la escrupulosa documentación con la amenidad necesaria para hacer creíble y atractiva, al mismo tiempo, la historia que pretende relatar, recreando con detalle y colorido
tanto las antiguas ciudades, sobre todo Lisboa o Sevilla, como la vida a bordo de los barcos o las distintas peripecias acontecidas en tierras por entonces desconocidas.
Pero vayamos a los hechos históricos en que se basa el
libro:
Este primer viaje de circunvalación del globo terráqueo se
desarrolló entre 1519 y 1522, iniciándolo con cinco naves llamadas: la Trinidad, una nao de 132 toneladas, con velas cuadradas en la proa y en los mástiles principales, además de una palo de mesana
latina, su tripulación era de 62 hombres; la San Antonio era la mayor de la expedición, con una capacidad de 144 toneladas y una tripulación de 52 hombres: por su parte, la Concepción era la tercera
en tamaño con 108 toneladas y 44 hombres; la Victoria era una carraca de 102 toneladas y tres mástiles, con unas medidas de 28 metros de eslora y 7,5 de manga, donde se agrupaban 45 hombres, y la
carabela Santiago era la más pequeña, con 90 toneladas y en la que viajaban 31 marineros, lo que hacía un total de 244 hombres entre marineros, oficiales, soldados, pajes, representantes reales,
religiosos y sirvientes, quienes se agolpaban en los distintos barcos sin ninguna comodidad y menos seguridad, enfrascados en una expedición hacia lo desconocido, llena de peligros y sin opción a
recibir ayuda ni a ser rescatados y con alimentos y agua escasos, con lo que no era difícil de pronosticar que pasarían hambre, sed, enfermedades e incomodidades con cierta
frecuencia.