Cuentacuentos

Catedral, de Raymond Carver.

Raymond Carver transforma, con su literatura, lo cotidiano en extraordinario buscando qué se esconde detrás de las vidas aparentemente simples y rutinarias de las personas, o los secretos, anhelos, frustraciones y alegrías guardan en sus corazones, o aquello que les hace reír, llorar, amar u odiar.

Un trabajo de…

Esto es lo que se plantea Raymond Carver, uno de los maestros del cuento contemporáneo, en su obra Catedral, publicada en 1983. Este libro reúne doce relatos breves, pero intensos y profundos, que nos muestran la realidad de la clase media norteamericana de los años setenta y ochenta, marcada por el desempleo, el alcoholismo, el divorcio y la incomunicación. Carver pertenece al movimiento literario conocido como “realismo sucio”, que se caracteriza por retratar a sus personajes con un lenguaje sencillo, directo y coloquial, sin adornos ni metáforas, y situándolos en ambientes sórdidos, opresivos y decadentes. Sin embargo, Carver no se limita a describir la miseria humana, sino que también nos revela la capacidad de sus personajes para sentir, soñar y cambiar. A través de diálogos ágiles y escenas cotidianas, Carver nos introduce en el mundo interior de sus protagonistas, que suelen ser hombres y mujeres comunes, con problemas comunes, pero que enfrentan situaciones extraordinarias que les hacen cuestionarse su propia existencia. Por ejemplo, en el relato que da nombre al libro, “Catedral”, asistimos a la visita de un ciego a la casa de una pareja. El narrador, el esposo, siente celos e incomodidad por la presencia del ciego, que es amigo de su mujer. Sin embargo, al final del cuento, el ciego le pide que le describa una catedral y le ayuda a dibujarla con sus manos. Esta experiencia le abre los ojos al narrador y le hace ver las cosas de otra manera. Carver se inspiró en un hecho real para escribir este cuento: su segunda esposa, la poeta Tess Gallagher, le contó que había trabajado como lectora para un ciego y que éste le había pedido tocarle la cara. Catedral fue el último libro de cuentos que publicó Carver en vida, y también el más aclamado por la crítica y el público. Se considera que representa una evolución en su estilo literario, más maduro y confiado, y menos minimalista y austero que en sus obras anteriores. Los doce cuentos que conforman este libro son los siguientes: “Plumas”, “La casa de Chef”, “Conservación”, “El compartimento”, “Parece una tontería”, “Vitaminas”, “Cuidado”, “Desde donde llamo”, “El tren”, “Fiebre”, “La brida” y “Catedral”.

 

Si tuviéramos que definir la expresión “realismo sucio” en pocas palabras, diríamos simplemente que éste se produce cuando “la literatura desnuda la realidad”, y eso ocurre cuando la literatura se despoja de todo artificio y se enfrenta a la realidad tal como es, sin filtros ni maquillaje, es decir, los escritores se atreven a mostrar la vida de la gente común, con sus problemas, sus vicios, sus fracasos y sus esperanzas. Esto es lo que propone el realismo sucio, un movimiento literario que surgió en Estados Unidos en el siglo XX, y que se caracteriza por retratar la cotidianidad de las clases bajas y medias, con un lenguaje crudo, coloquial y natural. Los autores del realismo sucio no buscan embellecer ni idealizar la realidad, sino mostrarla con sus aspectos más duros y vulgares. Así, sus personajes suelen ser alcohólicos, desempleados, divorciados, solitarios, marginados o infelices, que viven en ambientes deprimentes, opresivos y decadentes. Sin embargo, el realismo sucio no es solo una literatura de la desesperación, sino también de la resistencia y la redención. A través de sus relatos breves, pero intensos y profundos, los escritores del realismo sucio nos revelan la complejidad y la riqueza de sus personajes, que sienten, sueñan y cambian. A través de diálogos ágiles y escenas cotidianas, los escritores del realismo sucio nos invitan a entrar en el mundo interior de sus protagonistas, que nos cuentan sus historias sin adornos ni juicios, dejando que sea el lector el que interprete el sentido profundo de la obra. El realismo sucio se inspira en el minimalismo, un movimiento artístico que busca reducir las formas y los elementos al mínimo indispensable. El realismo sucio aplica este principio a la narrativa, especialmente al relato corto, eliminando las descripciones innecesarias, los adjetivos y los adverbios, y usando un lenguaje sencillo, directo y natural. El término “realismo sucio” fue acuñado por el crítico literario Bill Buford en un artículo que escribió para la revista Granta en 1983. En él, Buford definía al realismo sucio como “la nueva ficción norteamericana… una ficción minimalista, una ficción sin adornos, una ficción determinada a contar historias sobre lo que la vida es realmente como hoy en día”. El realismo sucio tuvo su auge en las décadas de los 70 y 80, pero también ha tenido algunos representantes en otros países y épocas. Algunos de los escritores más representativos de este estilo son Raymond Carver, Charles Bukowski, John Fante y Richard Ford. En España se puede mencionar a Karmelo C. Iribarren, Roger Wolfe o Juan M. Velázquez; en Cuba a Pedro Juan Gutiérrez o Zoé Valdés; en Chile a Marcelo Lillo; o en Francia a Michel Houellebecq o Frédéric Beigbeder.

En este libro, Carver aborda varios temas que reflejan su propia experiencia vital, sus conflictos personales y su visión del mundo. Algunos de estos temas son:

 

El alcoholismo: Carver sufrió esta adicción durante gran parte de su vida, lo que le causó graves problemas de salud, económicos y familiares. En sus cuentos, muchos de sus personajes son alcohólicos o tienen problemas con la bebida, lo que afecta a sus relaciones personales, familiares y laborales. El alcohol se convierte en una forma de evadirse de la realidad, pero también en una fuente de violencia, depresión y culpa. Algunos ejemplos son los cuentos “Plumas”, “La casa de Chef” o “Conservación”.

 

El matrimonio: Carver se casó dos veces y tuvo dos hijos. Su primer matrimonio fue muy conflictivo y terminó en divorcio. Su segundo matrimonio fue más feliz y estable, pero también tuvo sus dificultades. En sus cuentos, Carver retrata las dificultades, las crisis y los conflictos que surgen en el seno de los matrimonios, a menudo por la falta de comunicación, la infidelidad, el aburrimiento o la violencia. También muestra algunos momentos de amor, ternura y complicidad entre las parejas. Algunos ejemplos son los cuentos “Plumas”, “La casa de Chef” o “Fiebre”.

 

La soledad: Carver conoció la soledad desde muy joven, cuando tuvo que abandonar sus estudios y trabajar en diversos oficios para mantener a su familia. También la experimentó cuando se separó de su primera esposa y cuando estuvo hospitalizado por su alcoholismo. En sus cuentos, muchos de los protagonistas de Carver se sienten solos, aislados o incomprendidos por los demás, y buscan algún tipo de consuelo o escape en el alcohol, el sexo, la televisión o el teléfono. Algunos ejemplos son los cuentos “Conservación”, “Desde donde llamo” o “El tren”.

 

La comunicación: Carver fue un gran comunicador a través de sus cuentos, que logran transmitir mucho con pocas palabras. Sin embargo, también fue consciente de las limitaciones y las posibilidades de la comunicación humana, tanto verbal como no verbal, entre parejas, amigos, familiares o extraños. En sus cuentos, Carver explora las dificultades y las posibilidades de la comunicación humana, tanto verbal como no verbal, entre parejas, amigos, familiares o extraños. A veces la comunicación es fluida y sincera; otras veces es torpe y superficial; y otras veces es inexistente o imposible. Pero también hay ocasiones en que la comunicación se produce a través de gestos, miradas o silencios que expresan más que las palabras. Algunos ejemplos son los cuentos “El compartimiento”, “Vitaminas” o “Catedral”.

 

La redención: A pesar de la dureza y la crudeza de sus cuentos, Carver no era un pesimista ni un nihilista. Al contrario, creía en la capacidad del ser humano para cambiar, mejorar y superar sus problemas. En este sentido, el autor también muestra algunos momentos de esperanza, de cambio o de iluminación que experimentan algunos personajes, a veces gracias a la intervención de un elemento externo o inesperado. Estos momentos suponen una ruptura con la rutina, una apertura a lo desconocido o una conexión con lo trascendente. Algunos ejemplos son los cuentos “Cuidado”, “Fiebre” o “Catedral”.

La vida de Raymond Carver fue una vida intensa, dura y llena de contrastes, que se refleja en su obra literaria con una honestidad y una sensibilidad únicas. Sus cuentos y poemas son un testimonio de su visión del mundo, de sus conflictos personales y de su búsqueda de la felicidad.

 

Carver nació en 1938 en una familia pobre de Oregon, y desde joven tuvo que trabajar para sobrevivir. Fue repartidor, conserje, asistente de biblioteca, vendedor, camarero, etc. Estos trabajos le permitieron conocer la realidad de la clase trabajadora o media-baja de los Estados Unidos, con sus problemas económicos, sociales y familiares. Sus personajes suelen pertenecer a este estrato social y se enfrentan a situaciones difíciles o absurdas.

 

Carver se casó a los 19 años con Maryann Burk, que estaba embarazada, y tuvo dos hijos antes de cumplir los 21. Su relación conyugal fue conflictiva y marcada por la infidelidad, el aburrimiento y la violencia. Se divorció de su primera esposa en 1982 y se casó con Tess Gallagher, una poeta que fue su gran amor y apoyo. Todo ello le hizo explorar en sus cuentos las tensiones, las crisis y los fracasos de los matrimonios, así como las consecuencias para los hijos.

 

Carver fue alcohólico desde finales de los años 60 hasta 1977, cuando logró superar su adicción gracias a Alcohólicos Anónimos. El alcoholismo afectó negativamente a su salud, a su trabajo y a su familia. Estuvo al borde de la muerte varias veces y sufrió una depresión severa. El drama del alcoholismo también lo plasmó en sus cuentos, tanto desde el punto de vista del que lo padece como del que lo sufre indirectamente.

 

Carver se interesó por la escritura desde joven y asistió a cursos de escritura creativa impartidos por John Gardner, que fue su mentor. Publicó sus primeros cuentos y poemas en revistas literarias y recibió varios premios y reconocimientos. Así mismo, escribió sobre el oficio de escribir y sobre otros autores que admiraba o que le influenciaron, como William Faulkner, Anton Chéjov o Ernest Hemingway.

 

Carver murió a los 50 años debido a un cáncer de pulmón que le diagnosticaron en 1987. Su enfermedad le hizo reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte, temas que abordó en sus últimos cuentos y poemas, pero también le hizo valorar más el amor y la amistad, especialmente los que le brindaron su segunda esposa Tess Gallagher y sus hijos.

 

El estilo literario de Carver consiste en narrar con un lenguaje sencillo, directo y sin adornos, dejando que sea el lector el que interprete el significado profundo de la historia. También se enmarcó en el movimiento del realismo sucio, que, como ya hemos explicado más arriba, retrata la vida cotidiana de personas comunes y corrientes, con sus problemas, frustraciones y conflictos. Estos dos movimientos literarios tienen en común la búsqueda de la máxima expresividad con los mínimos recursos, la preferencia por los relatos breves y cotidianos, y la renuncia a la idealización y la fantasía.

 

Sus influencias fueron autores como Ernest Hemingway, Antón Chéjov o William Faulkner, y a su vez influyó en muchos otros escritores contemporáneos. De Hemingway aprendió la economía del lenguaje, la importancia del diálogo y el uso de la técnica del iceberg. De Chéjov tomó la capacidad para crear personajes complejos y humanos, la sensibilidad para captar los detalles significativos y el uso de los finales abiertos o ambiguos. De Faulkner heredó el interés por retratar la realidad social y cultural de su país, la profundidad psicológica de sus personajes y el uso de la ironía y el humor.

 

En sus cuentos, Carver utiliza una técnica llamada “iceberg”, que consiste en mostrar solo la superficie de la realidad, mientras que lo más importante queda oculto o sugerido. Así, deja al lector con una sensación de incertidumbre o inquietud, y le invita a completar o imaginar lo que no se dice o se muestra. Así mismo, recurre al uso de finales abiertos o ambiguos, que no resuelven ni cierran las historias, sino que las dejan en suspenso o en múltiples posibilidades. Estos finales suelen ser impactantes o sorprendentes, y provocan una fuerte impresión en el lector.

 

Carver evita las descripciones innecesarias, los adjetivos y los adverbios, y prefiere las oraciones simples y cortas. También elimina las metáforas y las comparaciones, y busca una prosa desnuda y austera. Su lenguaje es preciso, sobrio y transparente, sin artificios ni florituras. Su estilo es natural y coloquial, adaptado al habla de sus personajes. Su tono es realista, pero también compasivo y humano.

 

Su estilo fue muy elogiado por la crítica y el público, pero también fue muy cuestionado por su relación con su editor Gordon Lish, quien recortó y modificó muchos de sus cuentos sin su consentimiento. Algunos críticos consideran que Lish fue el verdadero creador del estilo minimalista de Carver, mientras que otros defienden la autoría y el talento de Carver. En 2009 se publicaron las versiones originales de los cuentos editados por Lish bajo el título de Principiantes, lo que permitió comparar el trabajo de ambos y apreciar las diferencias.

 

“Catedral” fue acogido de forma muy positiva por la crítica y el público, que lo consideraron una obra maestra del relato corto y una muestra de la madurez y el talento de Raymond Carver. El libro también tuvo un gran éxito comercial, vendiendo más de un millón de ejemplares en Estados Unidos y siendo traducido a más de veinte idiomas. Además, fue finalista del Premio Pulitzer de Ficción en 1984 y ganó el Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros en la categoría de ficción en 1983.

 

En conclusión, Carver nos invita a reflexionar sobre el sentido de la existencia, el valor del amor y la amistad, y la posibilidad de la redención, ofreciéndonos una visión realista, pero también compasiva y humana, de la sociedad norteamericana de su época, que puede ser extrapolable a otras realidades y contextos. Carver nos demuestra que la literatura es una forma de arte que puede iluminar y transformar nuestra percepción del mundo.

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