El estilo de escritura de Murakami es muy original y
creativo. Se podría describir como una mezcla de realismo, surrealismo y posmodernismo. Para ello se inspira en la cultura, la música y la literatura occidentales, y en autores como Kafka, Chandler,
Dostoievski o Hemingway. Sus obras tienen un toque misterioso y fantástico, donde lo cotidiano se transforma en algo extraordinario. Así mismo, también usa el humor, la ironía y el sarcasmo para
retratar la sociedad japonesa contemporánea y sus contradicciones.
Murakami escribe con una prosa limpia, sencilla y fluida,
que hace que sus novelas sean fácilmente accesibles, pero profundamente complejas. Cuida mucho los detalles, las descripciones y los diálogos, y crea personajes memorables que buscan su lugar en el
mundo. También juega con los géneros literarios, las referencias culturales y las estructuras narrativas, rompiendo las convenciones y sorprendiendo al lector.
De esta forma, Murakami ha sabido crear un estilo propio y
una voz única, que lo distinguen de otros escritores japoneses. Sus obras son un reflejo de su personalidad, su imaginación y su visión del mundo.
Murakami tiene una visión muy personal sobre el trabajo de
escribir. Para él, escribir es una forma de soñar despierto, de comunicarse con otros mundos y de escapar de la jaula de uno mismo.
Escribe con regularidad y disciplina, como si fuera un
trabajo más. Sin embargo, también reconoce que el sufrimiento va unido al hecho de escribir, y que se necesita mucha fortuna y perseverancia para vivir de la literatura. Murakami no se considera un
escritor inteligente, sino más bien intuitivo y curioso. Y para equilibrar su mente y su cuerpo, Murakami también practica el deporte y la música.