Los clásicos divertidos:

Ramón de la Cruz y el casticismo madrileño.

Ramón de la Cruz fue un dramaturgo español que plasmó en sus obras el casticismo madrileño, una forma de identidad cultural que surgió en la capital de España en el siglo XVIII. Dentro del contexto del “arte nuevo de hacer comedias”, Ramón de la Cruz se especializó en el sainete, un género breve y cómico que retrataba las costumbres y los tipos populares de la época.

Un trabajo de…

De los unos 350 sainetes que escribió, la mayoría son críticos o de costumbres, es decir, que describen la realidad del momento sin profundizar mucho en el argumento ni en los personajes. Por estas obras se le conoce, aunque también escribió, tradujo y adaptó otras muchas. En sus sainetes, Ramón de la Cruz supo renovar un género de larga tradición en el teatro español, y además introdujo una crítica de costumbres contra algunos vicios y modas de la sociedad de su tiempo.

 

El casticismo madrileño, a veces llamado madrileñismo, se caracteriza por un modelo de carácter no cosmopolita, asociado a la tipología del «majo», el «manolo», el «chulapo», y el «chispero» (con sus pares femeninos naturales). El casticismo se localiza míticamente en barrios como Lavapiés, cuna de la ‘majeza’ y la «manolería» según Mesonero, o Chamberí, «territorio chispero». Ramón de la Cruz no fue el único que utilizó este fenómeno, sino que también lo hicieron otros autores destacados como: Francisco de Goya, Mesonero Romanos, Benito Pérez Galdós, Pedro de Répide, Carlos Arniches o Ramón Gómez de la Serna. Así, los ‘madrileños castizos’ quedaron minuciosamente retratados en populares zarzuelas como La verbena de la Paloma, La revoltosa, Agua, azucarillos y aguardiente y La Gran Vía.

El término ‘castizo’ proviene de la palabra ‘casta’, del latín “castus”, que significa puro. Se usa para designar diferentes calificaciones, como la casta noble, la ascendencia de alguien, o el lenguaje puro y sin mezcla de voces extrañas. Pero en el contexto del Madrid castizo, este término se utilizó en el siglo XVIII como protesta de la Ilustración y de la presencia francesa en España, con la invasión de Napoleón. Durante los siglos XIX y XX, se desarrolló enormemente, dando como resultado la creación de una identidad propia del centro de España, más concretamente relacionada con Madrid y su población. De este modo, el casticismo se convierte en una postura literaria, cultural e ideológica, manifestada en España desde el siglo XVIII en oposición a la afrancesada o ilustrada, y que desde entonces se relaciona con el pensamiento reaccionario. Es una reivindicación defensiva de lo castizo, o sea, de las expresiones de todo tipo (culturales, religiosas, vitales, moda, actitudes, habla, o incluso de la organización política y social) que se perciban por el casticista como propias de su casta.

Para ilustrar lo comentado, te invito a leer el sainete de Ramón de la Cruz titulado “El petimetre”, que causó gran revuelo y polémica tras su estreno. La obra se desarrolla en la cámara de un caballero soltero, con unos taburetes, un tocador, una mesa con algunos libros y multitud de frasquitos, cajas, etc. Los personajes principales son Don Soplado, Doña Plácida, su hija, Don Zoilo, abate, Tararira, criado de Don Soplado, Don Mónico, Don Modesto, un lacayo del mismo, Don Simplicio, barba, Juana, criada de Doña Verónica, Doña Verónica, mujer de Don Simplicio, un majo, Doña Tecla, su hija, y un peluquero. Disfrútala:

El petimetre

Ramón de la Cruz

 

El escenario representa la cámara de un caballero soltero, con unos taburetes, un tocador, una mesa con algunos libros y multitud de frasquitos, cajas, etc.

Salen TARARIRA y el LACAYO, uno con el vestido y un cepillo, y otro con las ligas, peinador, etc., que colocan sobre alguna otra mesa o silla.

 

TARARIRA             Dejemos eso, que ya parece que se levanta el amo.

LACAYO               Y aun sale aquí, si el oído no me engaña.

 

(Sale DON SOPLADO en bata, despeinado o con cofia, esperezándose.)

 

DON SOPLADO   ¿Ha venido el peluquero?

TARARIRA             Más ha de dos horas largas que espera en el tocador.

DON SOPLADO   ¿Qué tal está la mañana?

TARARIRA             Como de otoño, y aun hoy está mucho más templada, porque hay tal cual nubecilla.

DON SOPLADO   ¿Y qué hora es?

TARARIRA             Las diez dadas.

DON SOPLADO   Oh, pues siendo tan temprano, hasta la hora de que salga quizá saldrá el sol. Prevenme el otro vestido de aguas y galones,

TARARIRA             ¿Y si llueve?

DON SOPLADO   ¿Qué quieres que yo le haga? Estando en el entretiempo, ¿he de llevar paño o lana y que se rían de mí?

LACAYO               Otros le llevan.

DON SOPLADO   Gentucilla que solo tiene un vestido o personas chabacanas, que los dogmas del buen gusto no consultan o no alcanzan.

 

(Sale el PELUQUERO)

 

PELUQUERO       Señor, ¿vamos despachando?

DON SOPLADO   Estoy pronto, aunque hoy es vana vuestra queja, que no es tarde. Tararira, las toallas.

TARARIRA             Aquí están. ¿De cuál manteca?

DON SOPLADO   Ninguna; trae la pomada de jazmines.

TARARIRA             Está todo.

DON SOPLADO   Sólo ese libro me alcanza, diré entretanto el oficio. Este quede aquí y tú saca el vestido que te dije.

TARARIRA             Mientras se peina esta dama (Aparte) bien puedo almorzar, oír misa con sermón y o hacer falta. (Vase.)

DON SOPLADO   Ro, ro, ro, ro, ro. Mirad (Como que reza entre dientes.) que ayer dicen que llevaba tres pelos más en un lado y un canto de real de plata más levantado ese bucle. Ro, ro, ro, ro, ro. Con gracia este tupé como ayer; bien.

PELUQUERO       ¿Lo aprobó alguna dama?

DON SOPLADO   Me lo dijo la marquesita, y que no es mujer de chanzas, que no había visto en su vida cosa más bien acabada. Ro, ro, ro, ro, ro. ¿Peinaste ayer a doña Lisarda?

PELUQUERO       No, señor; sólo la puse la gran cofia.

DON SOPLADO   ¿Estaba mala?

PELUQUERO       Yo no se.

DON SOPLADO   Ro, ro, ro, ro. Una cosa de importancia tenía que preguntar y no hay forma de acordarla. Ro, ro, ro, ro. Justamente, ya me acuerdo. ¿Doña Laura, por qué os dejó?

PELUQUERO       La dejé yo, porque no me pagaba.

DON SOPLADO   Pues ¿cómo?

PELUQUERO       Me hizo dejar tres o cuatro parroquianas, ofreciéndome millones porque no la hiciese faltas y después en año y medio no la pude sacar blanca; y aún me tiene por allá cincuenta pesos.

DON SOPLADO   Más alta la atadura, porque vean que son esmalte de Francia los broches del corbatín y se distinga la holanda que vuelve del cabezón.

 

(Sale TARARIRA)

 

TARARIRA             Esperando en la antesala don Mónico y don Modesto están, con don Zoilo Maza, que ha tres días que llegó de París.

DON AOPLADO   ¡Fineza rara es verme, sin aguardar que a cumplimentarme vaya!

 

(Salen los tres con TARARIRA. Se levanta y se abrazan.)

 

DON ZOILO         ¡Señor don Soplado!

DON SOPLADO   ¡Amigos! Señor don Zoilo, no alcanza mi cario qué razón hay para que desairada dejéis a mi urbanidad, anticipándoos con tanta brevedad. ¿Creéis que ignoro los ritos de la crianza y venís a reprenderla antes de poder culparla?

DON ZOILO         Al contrario; porque veáis que vivo en la confianza de nuestra antigua amistad, no he querido que os cansarais en ir, estando yo fuera.

DON SOPLADO   ¡Eh! Los asuntos de tabla creed que no los ignoro.

DON MODESTO  No es una ciencia muy alta la de las visitas; pero si creo que es la más ardua y difícil.

DON MÓNICO     Añadid a eso lo delicada.

DON SOPLADO   Es más de lo que parece.

DON MÓNICO     Ya sí; el hombre que alcanza a manejar en la corte las etiquetas con gracia sabe cuanto hay que saber.

DON ZOILO         Es la ciencia más abstracta al juicio de los humanos.

DON MODESTO  Y en la razón tan fundada, que ningún hombre de juicio penetra sus pataratas.

DON SOPLADO   Sillas para estos señores, Tararira.

DON ZOILO         ¡Cosa rara es por cierto el apellido!

DON MODESTO  No tal; no es la más hidalga en la corte su familia, pero es la más dilatada.

DON SOPLADO   ¡Todo lo habéis de notar! Así se la ha puesto en casa, por lo alegre que está siempre.

TARARIRA             Y porque a mi amo le agrada ese nombre más que cuantos en el Calendario estampan.

PELUQUERO       Por Dios, señor, que ya es tarde.

DON ZOILO         Nuestra visita embaraza y más que estabais rezando.

LOS TRES             Adiós.

DON SOPLADO   No; que para nada me podéis dar sujeción vos, siendo de confianza, y el rezo ya está acabado. (Tira el libro sobre la mesa.)

PELUQUERO       ¡Y con qué devoción! ¡Vaya, que edificará a cualquiera!

DON SOPLADO   Y cuando no se acabara, esto se hace el día que uno se está por demás en casa un rato. Vaya, los polvos; y tú puedes traerme agua para lavarme.

 

(Sientanse.)

 

TARARIRA             Está bien, (Vase.)

DON MÓNICO     Ausencia ha sido bien larga la que habéis hecho, don Zoilo.

DON ZOILOD      Diez años y medio.

DON MÓNICO     ¡Qué ansia tendríais de volver!

DON ZOILO         Por cierto que en mi vida lo pensara si hubieran mis asistencias alcanzado a la bizarra ostentación que es forzosa en un extranjero que anda, con privilegios de noble, corriendo cortes extrañas.

 

(Sale TARARIRA)

 

TARARIRA             Aquí está el agua, señor.

DON MODESTO  Poco os debía la patria, señor don Zoilo.

DON ZOILO         Tan poco, que sólo pudo, en la rara melancolía que tuve desde que me vi en España, aliviarme la amistad de los finos camaradas.

DON MODESTO  ¿Tan bien os han parecido otras cortes?

DON ZOILO         Cosa extraña es que vos los preguntéis, habiendo corrido tantas.

DON MODESTO  Confieso hallé en cada una muchas cosas que ilustraran mi entendimiento, mas no que me apagasen la llama del amor al patrio suelo.

DON ZOILO         Pues yo traía ya echada la cuenta de no pararme en Madrid ni una semana; pero en estos cuatro días he observado que se halla digno tal cual de que yo lo habite. Está adelantada, en lo que cabe, la gente. Ayer comí en una casa y estuvo aquello mediano: no hubo las extravagancias de la sopa guarnecida, ni lo del pichón por barba. Había un lindo trinchero de menestra, una compota y una o dos pollas asadas, que para quince de meda< es comida muy sobrada. Ya la amanece el buen gusto en el mueblaje; las casas se adornan de cornucopias, en vez de petos y lanzas, y ya ven los españoles que el papel y las indianas, para vestir las paredes, les hacen muchas ventajas a los cuadros de Velázquez, Cano, Ribera, que llaman el Españoleto, y otros pintorcillos de esta laya. Parece que se ha propagado el cultivo hasta las caras. Aquel bruto desaliño del cabello y de la barba, que hacía nuestra nación tan terrible a las contrarias, ya dócil a beneficios del jabón y las pomadas, por donde quiera que vamos van diciendo nuestras fachas que somos gente de paz; ya nadie al vernos se espanta, pues yace oculto de miedo el duelo o la patarata de aquel honor que fundaron en ser las doncellas castas, muy religiosas las viudas, recogidas las casadas, los ancianos venerables, los niños de cera blanda, los hombre ingenuos y muy hombres de su palabra. Que porque me dijo mientes…, porque me sopló la dama… u otras tales bagatelas, ¿he de andar a cuchilladas? ¡Hubo entre nuestros antiguos gentiles extravagancias!

DON MODESTO  Gentiles serían; pero ahora no son muy cristianas.

DON SOPLADO   Aunque no hubiera en Madrid otra cosa que esta masa (Lavándose.) para lavarse las manos, debía ser celebrada nuestra edad.

DON MODESTO  No es en los hombres mucho primor manos blandas.

DON SOPLADO   Antes sí, que si se ofrece bailar una contradanza, es feliz preservativo de ofender la de una dama.

DON MÓNICO     ¡Perfecta frase!

DON SOPLADO   Las ligas.

TARARIRA             Extienda usted bien la pata, las apretaré a conciencia.

DON SOPLADO   Pues ya que de eso te encargas, hazlo con juicio y esmero, y más que otra cosa no hagas bien en tu vida, porque no puede haber mayor tacha en un hombre de honor, ni puede haber mayor infamia, que profanar un estrado con las medias arrugadas.

DON MODESTO  Extraño vuestro concepto, pero más la tolerancia del martirio que sufrís.

TARARIRA             Pues no es cosa tan extraña el dar unas ligaduras a quien el sentido falta.

DON SOPLADO   A título de bufón, dice cuanto le da la gana. El vestido.

TARARIRA             Ya está aquí.

DON ZOILO         Muy marcial está y es grata la horma, señor don Soplado.

TARARIRA             Y eso que hoy no está apretada la cotilla.

DON SOPLADO   Pero ved qué pecho, qué airosa manga.

DON ZOILO         El calzón es algo estrecho.

TARARIRA             (Aparte.) ¡La conciencia sí que es ancha!

DON MÓNICO     Aquí lleváis una mota.

DON SOPLADO   ¿Mota yo? Si no mirara a los señores… ¡Yo mota! ¡Voto a!... ¡Una mota!... ¡Ahí es nada el defecto! ¿De qué sirve a un hombre lo que trabaja por mantener su opinión, si en manos de esta canalla va un hombre siempre vendido?

DON MODESTO  ¡En una mota repara (Aparte.) por afuera y por adentro estará lleno de manchas!

DO SOPLADO      El reloj.

TARARIRA             Ahí va con todos sus cascabeles.

DON SOPLADO   Las cajas.

TARARIRA             Dos, tres, cuatro, cinco…

DON SOPLLADO Espera, y los frasquitos alcanza; iré mojando pañuelos no me vea en la desgracia del otro día.

TRES AMIGOS      ¿Qué fue?

DON SOPLADO   Varios pañuelos llevaba, rociados de las mejores y más exquisitas aguas, y se le antojó el olor de clavel a cierta dama; pidiómele y yo, que acaso entonces no le llevaba, discurrid cuál quedaría, sorprendido, hecho una estatua, corrido. Estos son los lances en que los hombres atrasan sus carreras, y es un caso que en las historias no se halla; por eso ahora siempre voy hecho una botica.

DON MODESTO  Vaya, que si así prosigues, pronto en ti mismo habrás de usarla.

DON MÓNICO     (A DON SOPLADO) En todo sois primoroso. Son Modesto, esta enseñanza habéis de tomar.

DON ZOILO         ¿Os dura todavía aquella avara propensión hacia los libros?

DON MODESTO  Y siempre con más constancia. Ésas son las diversiones sin riesgo.

DON MÓNICO     Vos, con tan rara manía, os volveréis loco.

DON SOPLADO   Y sin alguna sustancia ni especial utilidad. Ved qué diferencia se halla de vos a mí y qué distinto concepto tienen las damas de los dos: vos, estudiando, ignoráis cómo agradarlas; yo, con sólo presentarme, las agrado y me idolatran, de moso que unas con otras por mis obsequios se arañan.

DON MODESTO  Dichosos sois. ¡Ay de quien, con las estrellas más contrarias, vive inclinado a quien nunca se enternece de sus ansias!

DON SOPLADO   Vos tenéis la culpa, pues os inclináis a beatas, que tienen el dar la mano a un hombre por grave falta de su recato, por culpa asomarse a una ventana sin celosía. ¿Visitas cuando madre no está en casa? ¡Jesús, y qué liviandad! Eso es ser galán de marras. Amigo, marcialitate; menos amor y más maulas; menos conceptos, más bulla; menos decoro, más labia, o meterte luego fraile, porque dudo que halléis dama tan boba, tan doña Elvira y de tan poca crianza, que por quereros de veras ponga en opinión la fama del buen gusto.

DON MODESTO  ¿Y qué es buen gusto?

DON ZOILO         Yo os lo diré: un fantasma que como a los racionales entes les anima el alma, a los entes petimetres anima invisible para que se esfuercen a salir de las jerarquías bajas de su especie, hasta ocupar la sublime, y se señalan estos felices sujetos ya en la hechura de las cajas que llevan, ya en los relojes, ya en la conducción gallarda del aire, de la figura, ya en la guarnición extraña y colores del vestido; y finalmente, en la gracia inconcusa con que se hacen preferir de las muchachas.

DON SOPLADO   Eso es lo cierto; vos nunca me disputaréis la palma. Es espadín.

DON MODESTO  Mucho siento tengamos tan encontradas opiniones; pero, amigos, esa es una faramalla de ociosidad peligrosa; y quien las mira con casta intención evitar debe, con razón cuerda y cristiana, el riesgo de le engañen y el delito de engañarlas.

DON SOPLADO   Quien tenga dinero suelto (Mirándose al espejo.) dele medio real de plata por la plática.

DON MÓNICO     ¿Y a dónde vais desde aquí?

DON SOPLADO   Si tocaran por ahí a misa, la oyera primero; si no, haré varias visitas hasta la una, que entonces, aunque sea larga, en el Buen Suceso, como hay concurrencia tan varia, está un hombre divertido.

DON MÓNICO     Vamos todos de reata a presentar al amigo a las hijas y madama de don Suplicio.

DON SOPLADO   Es verdad; y, amigo, hay una que canta grandemente.

DON ZOILO         ¡Grandemente! (Burlándose.) Al que viene de la Italia hecho a oír aquellas orquestas, que en la menor serenata hay cuatrocientos violines, ciento y dos trompas de caza, cien oboes y ochenta bajos, ¿qué efecto queréis que le haga una mujer?

DON MODESTO  Ser mujer española la que canta.

TODOS                  Vamos allá.

DON SOPLADO   Tararira, ponte al instante la capa y llévalas esas flores. (Vanse.)

TARARIRA             Harese como lo manda; pero antes es menester lavarme también la cara y rociar todos los trapos. Vamos adentro, Panarra, me ayudarás a vestir.

LACAYO               Yo me voy ahora a la plaza por los postres.

TARARIRA             Es preciso componernos, que en la casa del tamborilero todos saben danzar la pavana.

 

(Vanse, y cayendo otro telón de salón, que desfigure la primera escena, sale DOÑA TECLA, de petimetra.)

 

DOÑA TECLA      Milagro es que me han dejado sola este rato siquiera para estudiar la tonada. Voy ahora a ver que tal suena en el clave, porque aquí sale mi padre, no sea venga con alguna de sus muchas impertinencias.

 

(Vase y sale DON SIMPLICIO, en bata y gorro, los zapatos en chancleta, una media negra puesta y cosiendo la otra.)

 

DON SIMPLICIO Más que la de San Francisco es larga la tal carrera, y el punto está en que ha tres horas que el punto final no llega. Mas yo he perdido la aguja; voto a la…, que no hay paciencia para sufrir tanto y eso que yo la tengo tremenda. ¡Juana!

 

(Sale DOÑA VERÓNICA, cosiendo una cina a una venera,)

 

Dª VERÓNICA      ¿Qué quieres a Juana?

DON SUPLICIO   Que me componga esta media, que ya me canso.

Dª VERÓNICA      No puede, que está ocupada allá fuera con aquel mozo paisano que suele venir a verla y rabiará si la llaman.

DON SUPLICIO   Pues, mujer, dame cualquiera aguja y proseguiré.

Dº VERÓNICA      Por milagro hallé yo ésta.

DON SUPLICIO   ¿Y qué es lo que estás cosiendo?

Dª VERÓNICA      Una cinta a una venera de un amigo.

DON SUPLICIO   ¡Qué bonita! (Acercándose.) ¡Hola! Esta parece nueva.

Dª VERÓNICA      ¡Qué lerdo eres! Más de cien veces se la has visto puesta.

DON SUPLICIO   Soy hombre de vista gorda: no riñas por eso. ¡Tecla!

 

(Sale DOÑA TECLA, embelesada, leyendo un papel de seguidillas.)

 

DOÑA TECLA      Es en glorias pasadas (Leyendo.) el pensamiento unas veces verdugo y otras consuelo. Y en las futuras, a veces esperanza, y a veces duda.

DON SUPLICIO   ¡Tómate, qué embelesada sale estotra en su leyenda!  Tecla, ¿no oye que te llamo? (Recio.)

DOÑA TECLA      No lo oigo. ¿Qué nos vocea usted? Y será todo ello al cabo una friolera.

DON SUPLICIO   ¡El grado que tú gastas con tu padre es cosa bella! Cóseme esta carrerita.

DOÑA TECLA      ¡Tómate! ¿Y para eso eran las voces? Estoy ahora divertida en estas nuevas seguidillas y no puedo.

DON SIMPLICIO ¡Es razón que me hace fuerza! Dame aguja y yo lo haré.

DOÑA TECLA      Con mucho gusto, a tenerla; pero ni aun sé dónde para la almohadilla.

 

(Sale DOÑA PLÁCIDA con un legajo de comedias en la mano.)

 

DOÑA PLÁCIDA  ¿Qué comedia de éstas, madre, es la mejor?

Dª VERÓNICA      A ver qué títulos. Ésta, que tiene gran travesura de lances y toda ella es un arte de requiebros. Ahí verás qué estratagemas se aprenden para engañar a un viejo padre que vela el caro honor de sus hijas, y luego, a pesar de rejas y llaves, con qué primor a sus padres se la pegan.

DON SIMPLICIO No se le escapará nada, que la muchacha no es lerda. Es capaz de traer al retortero dos docenas. Plácida, dame una aguja para coser esta media.

DOÑA PLÁCIDA  ¡Ay, padre, mal viene usted! ¿Yo aguja? Desde la feria pasada, que a don Pepito le puse una escarapela en el sombrero, no sé ni si las hay en la tienda.

DON SIMPLICIO Este es el diablo, que quiere que yo pierda la paciencia; pues no ha de ser, aunque salga hoy a la calle en calcetas.

DOÑA TECLA      Oyes, Plácida, repara (Aparte.) qué dada está a la tarea madre.

DOÑA PLÁCIDA  ¡Tómate! ¡No es cosa! Todo su talento emplea en rizar aquella cinta.

DOÑA TECLA      ¡Bien le merece la pena!

Dª VERÓNICA      ¡Si voy yo a las habladoras!...

DOÑA PLÁCIDA Señora, son cosas nuestras.

DON SIMPLICIO Déjalas que hablen, mujer. Chicas, ¿tengo yo otras medias?

DOÑA TECLA      Mire usted si la criada las tiene acaso compuestas ¡Juana!

 

(Sale la CRIADA.)

 

CRIADA                ¡Qué Juana, señores! ¡No estamos con mala flema y nadie ha oído misa en casa!

DON SIMPLICIO ¿Pues qué? ¿Es hoy día de fiesta?

Dª VERÓNICA      Despacha y ve tú primero, que sobrado tiempo queda.

DOÑA TECLA      A la una aquí en la parroquia hay misa, pero es eterna. (Llaman.) 

CRIADA                Voy a echarme la basquiña y a ver quién llama a la puerta. (Vase.) 

 

(Sale TARARIRA.)

 

TARARIRA            Señoras, bésoos los pies. A traer esta primavera vengo de parte de mi amo.

Dª VERÓNICA      Señor Tararira, ¿era hora de vernos?

TARARIRA            Pues ¿cuándo Tararira no está en esta casa, si no en realidad, in mente?

DOÑA TECLA      Grandes fachendas tiene vuestro amo.

 

(Salen los cuatro caballeros y DON SOPLADO delante.)

 

DON SOPLADO   ¡Dichoso quien a tan buen tiempo llega que oyó en tus labios su nombre! ¡Y dirán que el leer comedias (Aparte.) no es útil! Este concepto a fe si viene a la letra.

LOS CUATRO       Señoras, a vuestros pies.

LAS DAMAS          Señores, a la obediencia.

Dª VERÓNICA      Tecla fue la que os nombró.

DOÑA TECLA      Pues no la creáis fineza, que nos tenéis enfadadas.

Dª VERÓNICA      Muy tonta eres en dar quejas a nadie, que el que quisiere venir ahí tiene la puerta, pero nunca echamos menos al que no viene.

DON MODESTO (Aparte.)  Embustera, que a todos dice lo propio, y es envidia manifiesta a aquellas casas adonde son norias las escaleras, y arcaduces los galanes, que unos salen y otros entran.

DON SOPLADO   Señoras, ustedes digan lo que gusten; pero vean si es suficiente disculpa de tardar hoy la asistencia a este amigo, que ayer vino de París.

DON ZOILO         Con buena estrella, pues no bien pisé del puerto las suspiradas arenas, cuando mi dicha al alcázar de las tres gracias me lleva.

Dª VERÓNICA      Vos seáis muy bien venido, que ya habéis dado la muestra de vuestro mérito.

LAS DOS NIÑAS   Ved si hay en qué serviros pueda esta casa.

TARARIRA            Esto se llama mueble nuevo.

DON MÓNICO     Aunque no es ésta mi casa, con el favor que sus dueños me dispensan, en ella y en mi posada podéis mandar.

DON SIMPLICIO Mis ofertas, caballero, valen poco en esta casa, pues de ella sólo sé que soy el dueño cuando el casero me llega a pedir el alquiler; pero al fin, propia o ajena, la ofrezco, sub conditione que mi mujer lo consienta.

DON SOPLADO   ¿Qué hacéis, señor don Simplicio?

DON SIMPLICIO En coser esta carrera me divertía y perdí la aguja.

Dª VERÓNICA      Pues tomad ésta...

DON SIMPLICIO Dios te lo pague.

Dª VERÓNICA      Que yo ya acabé esta friolera.

DON MÓNICO     Ya conozco esa alhajita. ¿Y a dónde está el dueño de ella?

Dª VERÓNICA      Fuera de Madrid.

DON MÓNICO     ¿Pues cómo ha conseguido licencia?

DOÑA PLÁCIDA Ha de volver esta tarde y salió a las ocho y media esta mañana.

Dª VERÓNICA      Si no, seguro está que saliera.

DOÑA TECLA      Madre, mire usted que es tarde.

Dª VERÓNICA      De recibiros de priesa y en esta pieza de paso, por hoy la disculpa sea el que no hemos oído misa.

DON SOPLADO   ¡Jesús, y qué arco de iglesia! Del mismo color estamos los tres; pero a bien que cerca la tenemos a la una.

DOÑA PLÁCIDA Apenas tiempo nos queda de ponernos las basquiñas.

DON SOPLADO   Veréis cómo se remedian tan grandes inconvenientes.  (Vase.) 

DOÑA PLÁCIDA Venga usté aquí, Juan enreda, ¿qué va usté a hacer?

DON SOPLADO   Al instante (Dentro.) voy allá con la respuesta.

DON SIMPLICIO El tal don Soplado es muchacho de gran viveza.

 

(Sale la CRIADA, de mantilla, con el MAJO y tocan dentro.)

 

CRIADA                Señores, el primer toque; no hay que descuidarse.

DOÑA PLÁCIDA  ¡Ah, perra! ¡Qué bravamente has pelado la pava!

CRIADA                Su horita y media; desquítense luego ustedes.

MAJO                    Vaya, dos horas de arenga, verás qué breve te dejo.

CRIADA                Vaya, hijo, no te enfurezcas, que esto está acabado.

Dª VERÓNICA      Digo, (Al MAJO.) venga usted con su vihuela esta noche, que ser puede que algunas amigas vengan y se baile un rato.

MAJO                    Bien, se hará como usté lo ordena. Vamos, chica. ¡Brava loca es tu ama!

CRIADA                Se la lleva el diablo cuando a las hijas o a mí alguno nos festeja.

MAJO                    ¡Mujer extraña!

CRIADA                No tal, que hay otras muchas como ella.

 

(Vanse los dos, y sale DON SOPLADO con tres basquiñas y tres mantillas.)

 

DON SOPLADO   Caballeros, cada uno le sirva de camarera a una señora y así despacharemos apriesa.

DON MÓNICO     Venga aquí la de madama.

Dª VERÓNICA      Esta es.

DON ZOILO         Ya que me franquea la suerte casualidad tan feliz, delito fuera no lograrla.

DOÑA TECLA      Me conformo, que aquí no somos de aquellas que lo mismo que apetecen, fingen que lo menosprecian.

DON SIMPLICIO ¿Qué basquiña llevas, hija?

Dª VERÓNICA      ¿Qué, necesitas tú verla? ¡Afuera, que hace calor! Los parientes, una legua.

DOÑA PLÁCIDA  ¿Qué milagro es que os dignáis (A DON MÓNICO.) hacer tan grande fineza conmigo? Ved que mi madre quizá formará una queja de este obsequio, que tan mal en servirme a mí se emplea.

DON SOPLADO   Señorita, un hombre solo para tantas incumbencias es poco y es fuerza que obre en algunas con tibieza.

Dª VERÓNICA      Don Soplado, una palabra: ¡bravamente se aprovechan los instantes!

DON SOPLADO   ¿Ignoráis que a Dios hemos de dar cuenta de los instantes ociosos?

DON MODESTO  ¡Y qué bien que los emplea!

Dª VERÓNICA      ¿Qué sujeto es este abate? ¿De aquellos que se adocenan en la estimación?

DON SOPLADO   Señora, vos le hacéis una tremenda injusticia. Este sujeto ha ido a estudiar las ciencias a las cortes. Trae secretos para disimular pecas del rostro, limpiar blondinas, quitar manchas, lavar medias y otros grandes intereses de la nación.

DON MÓNICO     (Quieto.) La pulsera, que se le ha caído a madama.

DON SOPLADO   Perdonad la inadvertencia.

TARARIRA            Don Modesto, ¿cómo ahora, sobre llevarse la prenda, no se tiran los galanes?

DON MODESTO La culpa tienen aquellas que han puesto en tan bajo precio los favores, que cualquiera puede haberlos, y las cosas se estiman conforme cuestan.

DOÑA TECLA      Señor abate, mil gracias.

DON ZOILO         Mandad cuanto se os ofrezca que, aunque soy abate, no soy inclinado a la iglesia. (Tocan dentro.)

DON SIMPLICIO Hijas, el segundo toque.

Dª VERÓNICA      ¿Quién la mantilla me echa?

DOÑA TECLA      ¿Quién me tira esta basquiña?

DOÑA PLÁCIDA  ¿Quién un rosario me presta, que no sé dónde está el mío?

DON SOPLADO   Ahora un libro cualquiera es más moda que el rosario.

DOÑA PLÁCIDA No tengo.

DON ZOILO         Para una urgencia la Guía de forasteros basta. (Dásela.)

Dª VERÓNICA      (A DON SIMPLICIO.) Tú en casa te quedas y, si tarda la criada, echa al puchero la especia y di a quien venga que espere, que a la misa de una y media o de las dos puedes ir.

DON SIMPLICIO Voy a ponerme las medias y a obedecerte.

TARARIRA            ¿Podrá ser verdad esta comedia?

DON MODESTO   (Aparte.) Yo no lo sé. Lo que es cierto que va la critica a tientas; el cogido calle y diga el que no: ¡ande la rueda!

 

(Vanse los petimetres agarrados de las manos de las damas; detrás, burlándose, DON MODESTO y TARARIRADON SIMPLICIO por el otro lado, y se da fin.)

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