El volumen de una sombra
Colaboraciones
La comunión de María - Lo fugaz- Diferentes formas de amar - La noche de San Juan
Luis Antonio Novella - David Novella Rubio - María Luisa Benedicto Gil - Junio 2012
La comunión de maría
De Luis Antonio Novella
María debía tomar la comunión, ya tenía nueve años y no podía esperar más. En el colegio la habían preparado para ello y todas sus compañeras ya la habían tomado. Ella soñaba con ese vestido blanco que había visto en otras niñas, pero su madre no podía permitirse gastar un dinero que no tenía en un traje de comunión para su hija más pequeña.
En la casa donde trabajaba la madre de lavandera, por tres pesetas toda la tarde, vivía una niña de edad aproximada a María y la señora de la casa le propuso que se esperara a que aquella comulgara y luego le prestaría el traje para su hija. Cuando se lo dijeron a María se puso muy contenta, además le encantaba, tan blanco, como la Purísima Concepción, y con un manto azul y un cordón que ceñía la cintura. Le faltaban los zapatos, pero su hermana Encarna encontró la solución: la niña tenía unas sandalias que se las podían pintar y así iría toda de blanco en ese acto tan especial. María quedó encantada.
Llegado el día la vistieron con la ropa que le habían prestado, le pusieron las sandalias que ahora eran blancas y se dirigieron a la parroquia, donde se sentaron en el primer banco, estaba preciosa. Era la única niña que tomaba la comunión ese día. Su madre no fue a la celebración pues no quería que la gente viera su carencia de ropa adecuada. Tampoco fueron sus hermanos, también por el mismo motivo, así que sólo estuvo acompañada por su hermana Encarna y su prima Encarnita, ambas mayores que ella. En un momento de la ceremonia, su hermana le dijo al oído: “No te arrodilles, si lo haces se verán los agujeros de las suelas”. María, como no quería que la gente los viera, no se arrodilló en ningún momento.
Una vez finalizado el rito y habiendo recibido María su primera comunión, era costumbre que la niña visitara a familiares y amigos haciéndoles entrega de una estampita y así los visitados le dieran una propina. María llevaba una faltriquera donde ponía todo el dinero que le regalaban, aquí una pesetas, allí dos reales,… A todas estas visitas le acompañaron también su hermana y su prima quienes, cuando terminaron el recorrido y con el dinero que había recogido la niña, se metieron en una pastelería y se compraron los pasteles que más les apetecieron y a ella un helado de hielo.
Cuando llegaron a casa, la madre le preguntó a María por el dinero y esta contó lo que había sucedido, enfadándose mucho la pobre mujer pues ella pensaba utilizarlo en cosas más necesarias para sus cinco hijos.
Esto ocurrió hace setenta años y así me lo contó María, mi madre, hace pocos días. Entonces había mucha Fe y poco dinero. Ahora hay poca Fe y la gente se gasta hasta lo que no tiene para quedar bien.
Lo fugaz
Recuerdos de Frankfurt
De David Novella Rubio
CORAZÓN DE TÉ
Vicky se aferra a su blando corazón de peluche y da pequeños sorbos al té calentito del atardecer, reposa la mirada en la luz suave de una calle que no ve porque su mente ha volado con los pensamientos alados que le transportan muy lejos de mí…
Ebrio de ese absoluto momento de apacible soledad, quiero atrapar la fugacidad de la perfección… Vana quimera…
ILUMINA TU FÉ
El atardecer se vuelve azul en mi paseo vespertino por las callejuelas de Frankfurt. Yo y mis consecuencias vagamos sin rumbo y sin buscar nada en concreto, pero se nos aparece, de pronto, con el color de la esperanza y la forma inusual de la modernidad, el faro de aquellos que buscan en su dios el sentido de sus vidas… Y en mi retina se queda la impronta de la paz… A veces, pienso, sería fácil creer…
NEXT EXIT
La boca del metro vomita al río de la cotidianidad bultos oscuros y solitarios…, pero algo ocurre, algo rompe el gris circundante que atenaza mi voluntad: un rayo de luz se convierte en camino y, como una rampa dorada, me conduce hacia la libertad… Fuera, el viento acariciará, con sus fríos dedos, mi adormecida piel cansada de esperar… Tal vez el amor me aguarde en la siguiente salida…
SOPLA
El río, el árbol desnudo, la ciudad tranquila al fondo, la muchacha que llega y desaparece en su bicicleta y la soledad con abrigo oscuro buscando respuestas a preguntas que, quizá, nunca se haya hecho… Es agradable la luz del sol en las tardes de invierno, pensé… Tal vez ella, en su idioma, tan lejano y desconocido, pensara lo mismo… En el fondo hay tan poco que nos diferencia…
TRAMPOLÍN
En el río Maine el Sol limpia sus reflejos transformando en metal la inestable superficie y, tal vez atraídos por el fugaz fulgor dorado de una limpia tarde, varios pájaros azules, como heraldos de la alegría, se agolpan buscándose el calo mutuo sobre el mástil de una farola, como dispuestos a lanzarse hacia el futuro… ¿Se habrán dado cuenta ellos de que el río nunca es el mismo?...
Noche de San Juan
De María Luisa Benedicto Gil
Al rebufo de las llamas,
con la luna por testigo,
se amontonan los deseos
que desnudan los latidos
sobre la arena caliente
de la noche de San Juan.
Pasan las horas sin prisa
elevando los hechizos,
con la leña guarecida
del agua que con las olas
quiere la orilla alcanzar.
Danzan libres y traviesas
las almas que con su jerga
sacian ritos e indulgencias
por ser por unos instantes
reinas de la libertad.
El horizonte contempla
la profusa algarabía,
tranquilo seduce al sol
para que se una a la fiesta
y entre todos prometerse
en un año regresar.
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