PEQUEÑA POESÍA: Entrega quinta, por Ancrugon
Dejé tu recuerdo sobre la arena,
en palabras como surcos,
en surcos como heridas,
para que el mar lo borrara;
hielo se hizo el agua
y el universo pudo verlo.
Ahora soy esclavo de la noche
que me castiga con cien cristales
rotos por cada letra de tu nombre.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega cuarta, por Ancrugon
Frente a mi ventana una pared diluye
cada instante un poco de su primigenia pureza,
en un monótono balcón con persianas echadas,
agonizan geranios cautivos de tiestos cárdenos,
mientras por la calle gatos taciturnos
persiguen sombras que gritan, pero que nadie escucha.
Frente a mi ventana la vida va abandonando estelas
que irán formando parte de neumáticos consumidos.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega tercera, por Ancrugon
Se licúa la voluntad, bujía extremada en mínima montaña de cera caliente, bajo el tórrido sol de este estío infinito. Los párpados pesan, los brazos se abaten al vacío, el fuelle teme otra bocanada de aire ardiente y las piernas, en su calidad de inertes, protestan con agujas que laceran la noche y hacen huir el sueño. Solo la quimera del otoño el aliento mantiene.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega segunda, por Ancrugon
Solo la verdad, como un agujero en el muro, en cada muerte y en cada vida, en cada hueso sin nombre, en cada nombre sin rostro, en cada línea aturdida …
solo la verdad, como una isla en el vacío, como una boca cerrada, como una puerta hacia la nada, como la nada en las manos…
solo la verdad nos hará libres cuando todo esté perdido.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega primera, por Ancrugon
En el sentir no hay grandilocuencias, la esencia es esencia sin más. Las afectaciones desvían el rumbo, una palabra contiene un mundo. La pequeñez es carga liviana, pero puede detener el universo. Hay poesía en lo sencillo, incluso en el silencio.
|