PEQUEÑA POESÍA: Entrega décimo sexta, por Ancrugon.
Hoy, que la voz del mundo cabe en una sola mano; hoy, que no hay suficientes lágrimas para calmar la sed;
PEQUEÑA POESÍA: Entrega décimo quinta, por Ancrugon.
¿De dónde nace el empeño / que de su delicado pecho / brotar pueda con derecho / la cálida nota de un sueño?
PEQUEÑA POESÍA: Entrega décimo cuarta, por Ancrugon.
Hoy ha rozado la suavidad del pétalo el tibio despertar de mis perlados labios con la frescura del jovial rocío...
PEQUEÑA POESÍA: Entrega décimotercera, por Ancrugon.
Los pies suspendidos sobre las llamas doradas
sostenían el ronroneo plácido del gato consumido:
la confianza en constante equilibrio.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega duodécima, por Ancrugon.
Fiera flor profunda que emerges
con acerbas punzadas,
extirpar tus pétalos
descarnados quisiera,
mas mis dedos no alcanzan a rozar
tu inevitable destino.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega undécima, por Ancrugon.
Pasean las muchachas goloseando vigilantes
las torvas miradas de los hombres.
De pronto, lo incipiente
cobra una madurez insospechada.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega décima, por Ancrugon.
Todavía su calidez dormitaba sobre las prudentes sábanas,
sólo una desvanecida mácula aludía a pretéritos afanes
que un soplo de agua no fuera capaz de exiliar al olvido.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega novena, por Ancrugon.
He visto perderse rosas de tiernos pétalos fragantes
en lo sucios sumideros de la calle
PEQUEÑA POESÍA: Entrega octava, por Ancrugon
Silencio… No rompas la armonía del estanque en calma, de la voz callada, del soplo apagado…
PEQUEÑA POESÍA: Entrega séptima, por Ancrugon
No llueve suficiente para ahogar / el ruido de tu silencio. / “No es justa la vida”, dicen, / pero eso ya lo aprendí de pequeño. / Llevo mal las ausencias, / aunque el culpable es el tiempo. / Quedaron cosas inacabadas / y anidan sueños en los rincones / que no saben a dónde ir, / yo no sé alimentarlos / y tienen miedo. / Hace frío sin ti / y no llueve suficiente / para encender algo de fuego.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega sexta, por Ancrugon
Debo buscar lo esencial, pero ¿dónde hallar esa pócima milagrosa?, ¿en qué recóndito rincón estará agazapada esa piedra filosofal?, ¿qué caminos conducirán al habitáculo de su sentido? Lo esencial… Maldita palabra inescrutable. ¿Existirá acaso?... Seguiré rasurándome con cuchillos de plástico y bañándome en depósitos de arena, confiando en que la antigua mugre reseca se desprenda con la llegada de la nueva. Lo esencial… ¿Será uno de esos vocablos que el diccionario eliminará en próximas cribas? Quizá así el mundo se quede más tranquilo.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega quinta, por Ancrugon
Dejé tu recuerdo sobre la arena,
en palabras como surcos,
en surcos como heridas,
para que el mar lo borrara;
hielo se hizo el agua
y el universo pudo verlo.
Ahora soy esclavo de la noche
que me castiga con cien cristales
rotos por cada letra de tu nombre.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega cuarta, por Ancrugon
Frente a mi ventana una pared diluye
cada instante un poco de su primigenia pureza,
en un monótono balcón con persianas echadas,
agonizan geranios cautivos de tiestos cárdenos,
mientras por la calle gatos taciturnos
persiguen sombras que gritan, pero que nadie escucha.
Frente a mi ventana la vida va abandonando estelas
que irán formando parte de neumáticos consumidos.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega tercera, por Ancrugon
Se licúa la voluntad, bujía extremada en mínima montaña de cera caliente, bajo el tórrido sol de este estío infinito. Los párpados pesan, los brazos se abaten al vacío, el fuelle teme otra bocanada de aire ardiente y las piernas, en su calidad de inertes, protestan con agujas que laceran la noche y hacen huir el sueño. Solo la quimera del otoño el aliento mantiene.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega segunda, por Ancrugon
Solo la verdad, como un agujero en el muro, en cada muerte y en cada vida, en cada hueso sin nombre, en cada nombre sin rostro, en cada línea aturdida …
solo la verdad, como una isla en el vacío, como una boca cerrada, como una puerta hacia la nada, como la nada en las manos…
solo la verdad nos hará libres cuando todo esté perdido.
PEQUEÑA POESÍA: Entrega primera, por Ancrugon
En el sentir no hay grandilocuencias, la esencia es esencia sin más. Las afectaciones desvían el rumbo, una palabra contiene un mundo. La pequeñez es carga liviana, pero puede detener el universo. Hay poesía en lo sencillo, incluso en el silencio.
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