Cita la tarde al ocaso en la arena del tiempo, templando la faena un corazón solitario, el primer lance, una mirada que en formas de revolera dibujada en el viento busca unos ojos bellos, una
chicuelina fugaz roza los labios, y un beso de clavel besando la boca, la tuya,
que es la que quiero.
VEINTIUNO DE
SEPTIEMBRE
Caballos marrones con crespones de ocre y
hojas marchitas, en cortejo de pompa, por el cielo se alejan hacia donde entierran a las estaciones que mueren, llevando yaciente al cálido verano: muerto de calor.
Con el rigor y puntualidad del fiel
mayordomo, el veintiuno de septiembre, citando al otoño en el requiebro, loca la brisa corre la voz por la campiña, galopa la trilla en las eras, retornan las golondrinas buscando nidos de amor, los
besos saben a jedrea, a manzanas de original pecado, a heno recién cortado, a lavanda, a olivas amargas: es veintiuno de septiembre.
El otoño suscita a la contemplación y la
lágrima fácil viene, la nostalgia permanece, no hay estación que se la lleve, ni meteoro que pueda con los escarceos amorosos del verano, ni siquiera el veintiuno de
septiembre.
Cuando el tiempo cumpla su promesa y su
cometido, caballos grises con crespones de plata y estrellas de nieve, en cortejo de pompa vendrán a la cita, otro veintiuno de diciembre.
ENTRE AMOR Y
DESAMOR
Con la nostalgia apegada a mi alma, como
se agarra la hoja a la rama, veo como el tiempo nos acerca y nos aleja cargado de controversias, los minutos nos acercan a las horas, y el día se disolvió entre porciones de amargura y dosis de pura
sin razón.
Mientras dejo perder por la esquina, por
donde doblan esas cosas con olor a mentira, antes de que me embriague el agridulce perfume de lo que no tiene explicación.
Un día sucede a otro, como las olas del
mar de la monotonía hasta la impávida orilla de la desilusión, como un anacoreta mi alma se recoge en meditación, dejando a mi espíritu que delibere y entre razones con Dios, por su Él me puede
explicar por qué el amor es nostalgia, controversia, amargura, sin razón, mentira, sin explicación, monotonía, desilusión… entonces ¿qué será el desamor?
HOY
Hoy me he dado cuenta de que oscurece más
pronto y entonces lo he visto cara a cara, allí estaba: el otoño, con su cara rara, revoltoso como siempre, como si apenas quisiera saber nada, en verdad, es que sentí el primer escalofrío
otoñal.
Del verano apenas queda ya nada, solo su
nostalgia y sobre la arena de la playa varias conchas a la deriva, y alguna ola despistada.
Costa arriba en la montaña ha crecido la
jedrea, el tomillo; la luz de la tarde es del color del cobre, como las añoranzas, huele a manzanas tempranas, a membrillos, a olivar rotas, almendras amargas, al vino joven, en las eras a paja
recién trillada y en las almazaras a rancio.
El sol de las siete es malva y el de las
nueve anochece sin ganas, se fueron muchas promesas… con promesas de volver, detrás de ellas la última luna de agosto.
Hoy me he dado cuenta que era septiembre y
el otoño lo tenía cara a cara.
LA NIÑA DE LOS OJOS DEL COLOR
DEL ALBA Y EL EXTRAÑO MUNDO.
El ocaso invita a la tarde en su cita con
la noche, mientras las primerizas sombras iban apoderándose de los últimos claros de grises y malvas.
Mientras el día se va despidiendo,
lanzando al viendo pases por revoleras al enviste del tiempo.
Al otro lado, el mundo montado en su
caballo gira que te gira; mientras encima de él continúa el tira y afloja.
Entretanto por la vereda del camino una
niña llora de pena porque no está en el cielo su estrella; ni siquiera la luna que le acompaña, y el cielo está apagado.
Por sus ojos se deslizan lágrimas como las
gotas de la lluvia de abril, que corren por su rostro de seda hasta el fin.
Busca la niña respuestas en el clamor del
silencio nocturno, sin que nadie le responda, pues nadie es la gente que vive en el mundo que gira y gira, y están todos en su tira y afloja.
La niña que llora de pena en la vereda del
camino, no sabe que su estrella y la luna que le acompaña no están en el cielo ahora apagado, igual de apagada que está el alma de los que no le contestan, pues están inmersos en su mundo que gira
que te gira, y su tira y afloja, no se dan cuenta que el cielo está sin estrellas, sin luna, que a la tarde se la llevó el ocaso y sus sentimientos apagados… solos en el mundo que gira que te gira y
ellos con tira y afloja.
QUEBRADA ES LA
NOCHE
Quebrada es la noche que, sin dilación,
entre tú y yo pasa, con su estrellado silencio, pillándonos a volapié, entre la nostalgia, y yo que sé cuántos recuerdos.
Saber que me quieres me afianza a la
esperanza, y la esperanza a unos sueños, que son como la llama a merced del viento, pero quiero soñar y cruzar lo imposible, besarte cuando tú me lo pidas, y que tú me beses cuando mis ojos estén
perdidos en los tuyos.
No quiero creer que aunque la noche sea
quebrada, y silencio guarde, no sea a mí la que quiebre, si tu silencio es tu promesa.
Saber que me quieres me afianza, y firme
me mantiene, mi amor todo lo tienes, mi vida es tuya, mi corazón cada instante te lo entrego, abierto el cofre de mis sentimientos, por ti, mi tiempo detengo, para activarlo cuando a mi lado tú
estés.
Quebrada es la noche que, sin dilación,
entre tú y yo pasa, con su estrellado silencio, pillándonos a volapié, y yo qué sé cuántos recuerdos, saber que me quieres me afianza… y punto.
REVOLERA
Cita la tarde al ocaso en la
arena
del tiempo,
templando la faena un corazón
solitario,
el primer lance, una mirada que en
formas
de revolera dibujada en el
viento
busca unos ojos
bellos,
una chicuelina fugaz roza los
labios,
y un beso de clavel besando la boca, la
tuya,
que es la que
quiero.
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