Nada existe más allá
de mi sombra,
ella lo abarca todo
pues jamás he logrado cruzarla.
Me persigue y por la noche
me acecha tras las farolas,
está celosa,
pero no de ti.
¿No te das cuenta cómo se une a la tuya
cuando estoy en tus brazos?
Y no te imaginas cómo se acurruca
en mi pecho cuando te marchas…
Todo está en ella,
sí, todo lo abarca.
Cuando se vuelva luz,
me habré ido.
La niebla lo cubre todo…
tu imagen se desvanece,
¿hacia dónde vamos?...
dudo cada paso del camino,
mis manos quieren aferrarse,
pero la roca se disuelve como el humo
y mis dedos solo se encuentran a sí mismos…
mis pies no hallan nada más vacío.
Me pregunto si hay verdad,
si todo esto tiene algún sentido…
me responden gritos, dolor,
lamentos, miedo, confusión
y el odio asesino.
Y del cielo cae la niebla
que va borrando el destino.
¿Estás ahí, amor?...
¿Sigues a mi lado o te has perdido?...
Hablemos de flores,
sí, y de paredes repletas de luz,
¿recuerdas?,
y de puertas abiertas
que invitaban a entrar,
y de sombras frescas y agua clara,
sí, sí, hablemos de flores sobre tu pelo,
y de golondrinas que manchaban
el azul insoportablemente puro,
y de las hojas esmeralda
que bailaban con la brisa,
sí, ¡por favor!, hablemos de ojos aún niños
de mirada sorprendida
ante ese placer nunca antes sentido,
de aquella inocencia que se escapaba
y ansiaba descubrir,
¿recuerdas?,
y de las primeras lágrimas de desengaño,
y del vacío inmenso
por un amor no correspondido,
sí, hablemos de aquellos dolores
que hoy dibujan sonrisas
de ternura en nuestros rostros arrugados,
y de aquellas canciones eternas
que aún despiertan secretos latidos
y el recuerdo del sabor de una piel joven
en los labios,
sí, hablemos de flores,
hablemos de pétalos lozanos,
orgullosos, decididos,
sí, amiga, hablemos de juventud…
¡Hace tantos años!...
Las palabras van cubriendo el camino,
crujen resecas e inertes
bajo el peso de los cuerpos,
se elevan en remolinos
de deseos reprimidos,
para amontonarse junto a algún tronco
cansado y abatido por el tiempo.
Las palabras van cayendo
desde labios como ramas
y se mezclan en alfombras al azar
del caprichoso Dios del destino,
y llegará un día en que, desintegradas,
se tornarán en polvo del olvido.
Menos tu nombre,
tu no nombre no,
tu nombre vivirá en mí siempre verde…
y morirá conmigo.
Es arena…
Con suavidad envuelve,
acaricia y hace cosquillas,
pero ahoga.
Es arena…
Mantiene las huellas marcadas,
aunque pronto se desvanecen.
Es arena…
Levanta montañas
que quizá mañana ya no sean las mismas
ni estén ahí esperando.
Es arena…
Llega, te abraza y se apodera de tus sentidos
y penetra muy adentro,
y duele,
y se marcha cuando cambia el viento.
Es arena…
Sí, el amor es arena que se escapa
entre los dedos de tus manos.
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