CAPÍTULO
9
Kyle
A la mañana siguiente me levanté con
el hombro entumecido dado que Manu llevaba apoyado en él durante toda la noche. Me desperecé y bostecé fuertemente, causando que Manu también abriera los ojos. Celia no estaba en la cama, por
lo que deduje que se habría levantado y estaría aseándose en el cuarto de baño. No me equivoqué, ya que al rato salió Celia ya vestida y aseada con su habitual sonrisa de oreja a oreja y con un aire
feliz que hizo que me espabilara definitivamente y me levantara del suelo en el que había dormido.
-Buenos días, Kyle - me dijo
canturreando y se acercó para darme un leve beso en la mejilla de buenos días.
-Buenos días - le dije algo sonrojado
por aquellas muestras de cariño a tan temprana hora de la mañana - Te noto de buen humor.
-Sí, no sé por qué lo estoy,
presiento que hoy va a ser un buen día. Además, es tu última mañana aquí, no debemos pasarla de morros.
-Tienes
razón...
-Menuda novedad...- dijo y soltó una
risita.
-Buenos días, chicos - dijo Manu que
al fin había conseguido espabilarse mientras se rascaba los ojos quitándose las pequeñas legañitas que se le había formado en los ojos.
- ¡Buenos días, Manu! - dijo Celia a
la que se le ensanchó la sonrisa aún más - ¿Qué tal has dormido?
''Manu, dios mío, como no te
hayas dado cuenta de lo que siente Celia hacía ti creo que voy a llamar a un médico para que te revise la vista porque, vamos, eso o te pego una bofetada, a ver si de esta forma
espabilas, genio''. Y es que, por muchas veces que lo haya dicho ya, jamás me cansaré de repetir
lo mucho que me fascinaba el brillo en sus ojos al nombrar aquellas cuatro letras que forman el nombre del chico que se encontraba a mi derecha, como su voz se volvía más aguada a causa de la emoción
y como sus dedos tamborileaban por los nervios.
- ¿Qué tal habéis dormido, chicos? -
dijo él levantándose definitivamente del suelo.
-Yo, genial, la verdad. Muchas
gracias por llevarme a la cama, chicos, me di cuenta esta mañana.
-No hay de qué, chiquitina - dijo
Manu y la tocó suavemente la mejilla como solía hacer. - Bueno chicos, no me echéis mucho de menos, pero voy al baño.
-Oh, ¿nos abandonas? Ya lloro por tu
despedida - dijo ella a modo de burla.
Él nos lanzó un beso al aire y se
metió en el baño, cerrando la puerta tras él. Nada más desapareció de nuestro campo de visión Celia me miró entusiasmada y soltó un gritito de felicidad y emoción.
-Y ahora ¿qué te ocurre? - le dije
riendo.
-Ya lo sabes, así que para qué
ocultarlo más... - dijo acercándose a mí y cogiéndome en el brazo para dar pequeños saltitos de emoción. - ¡Le has visto lo mono que está recién levantado! Ay... hemos dormido en la misma
habitación, no habré babeado mucho, ¿verdad?
-Jajaja, estás como una cabra - le
dije entre risas.
-Puede, pero siempre seré un encanto
- dijo ella guiñándome un ojo.
-Bueno chicos, ya estoy - dijo Manu
saliendo del baño.
- ¿¡Ya!? - preguntó Celia
asombrada.
-Claramente, normalmente hasta tardo
menos - confesó Manu orgulloso y divertido.
-Pero si no sé ni cómo te ha dado
tiempo a vestirte, dime que al menos te has aseado un poco.
-Te dejo con la intriga, los
misterios os gustan a las chicas, ¿no?
-Qué asco das - dijo Celia poniendo
los ojos en blanco.
- ¡Hala!, ya empezamos a
insultar.
-Anda, chicos, voy a vestirme, ahora
vuelvo - dije interrumpiendo su discusión y metiéndome en el baño.
Todos habíamos dejado nuestra ropa
ahí la noche anterior, así que nada más entrar, cerré la puerta y cogí la camiseta y los pantalones que había colgado del perchero que habían colocado para las toallas. Eran unos vaqueros negros
con las rodillas rasgadas y una camiseta azul oscura que tenía dibujada el símbolo de ''Greenday''. Me lavé la cara y me peiné el pelo con los dedos. También me cepillé los dientes ya que no
estaba muy conforme con mi aliento aquella mañana y salí de allí.
- ¿Ves, Manu? Mírale a él como ha
tardado, pero qué guapo y limpito viene - comentó Celia nada más me vio salir por la puerta.
-Basta ya, Celia, en serio, pareces
mi madre - dijo él riéndose a más no poder.
-Pues mira, ojalá estuviera tu madre
aquí para ver qué hijo tan cochino que tiene.
-Chicos, parecéis un matrimonio de
ancianos - dije riendo.
-Ya le gustaría a él estar con
alguien como yo - dijo Celia tocándose su cabellera imaginaria de manera que se notase que se estaba cotoneando.
-Lo mismo te digo,
“mademoiselle”. - dijo él soltando un beso al aire.
- ¿Ahora te nos has vuelto francés o
qué?
- “Oui,oui” - dijo Manu
asintiendo con la cabeza.
- ¿Sabes decir algo más aparte de
''si''? - dije riendo junto a Celia.
-Eh...pasa-palabra - contestó él y
abrió la puerta de mi habitación - El que llegue último es un pringado.
-Eso no vale - gritó Celia, pero ya
era tarde porque nuestro amigo había echado ya a correr.
Celia echó a correr y yo la imité,
llegamos los tres exhaustos a la puerta del comedor. Claramente el primero en llegar fue Manu, que nada más llegar a la meta empezó a hacer comentarios sarcásticos sobre nuestra velocidad y forma
física. La segunda en llegar fue Celia, ya que había comenzado a correr antes que yo, pero solo me ganó en la carrera por una milésima de segundo.
-Eres un tramposo - le acusó Celia a
Manu con una mirada asesina.
- ¿Yo? ¿Tienes pruebas? - me dijo con
aire distraído.
-No, pero tengo un testigo - dijo
Celia con superioridad mirándome y señalándome a mí. Manu se quedó mudo, seguro que no se esperaba aquella inteligente respuesta por parte de Celia.
-No hablaré a no ser que esté en
presencia de mi abogado - dijo él sacándonos la lengua.
-Pero no te piques hombre - le dijo
Celia riendo y dándole un cariñoso golpe en el hombro.
Finalmente entramos al comedor y nos
servimos el desayuno. Cogí un par de tostadas y las unté con tomate y aceite. Celia en cambio se llenó un bol de cereales y Manu tomo un yogur y una manzana. Comimos sin apenas masticar o saborear,
queríamos dar una última vuelta juntos antes de que vinieran a por mí. Nada más tragar el último bocado, nos levantamos apresuradamente y dejamos nuestras bandejas en sus respectivos lugares, aquella
fue la última comida de hospital que pensé que degustaría.
Salimos a los patios traseros donde
había una cancha de baloncesto y otra de fútbol y un pequeño espacio cubierto de hierba. Nos sentamos ahí, contemplando la pared trasera de aquel edificio blanco al que llamábamos hogar, aunque,
a partir de aquel día, yo sería un mero invitado más. Celia estaba sentada al lado de Manu, su mano estaba apoyada en sus rodillas, pero se le notaba cómo moría de ganas por dejarla caer contra la de
Manu, que sobre la hierba reposaba a menos de un metro de Celia. Debe de ser difícil estar enamorada de tu mejor amigo...
-Oye, Kyle, ¿quieres que echemos un
último partidito antes de que nos abandones? - preguntó el moreno que llevaba ya un rato contemplando la cancha con deseo.
-Claro, ¿preparado para perder? - le
dije con una pícara sonrisa y aires de grandeza.
- ¿¡Cómo?! - dijo él molesto, sabía
que actuaría de aquella manera, el baloncesto para él era sagrado. - Prepárate para tragar tus palabras, listillo.
Decidimos que Celia haría de árbitro
ya que no quería jugar, no insistimos mucho ya que en el fondo ambos sabíamos que preferíamos que fuera un uno contra uno. Ya no era un simple juego, se había vuelto algo más personal, la última
jugada, la definitiva. La primera canasta la metió Manu, seguida de una mía. Llevaríamos ya una media hora de partido cuando Celia declaró que el que marcara el siguiente punto ganaría el
partido. Ambos estábamos empapados por el sudor y nuestra respiración era irregular y pesada, además, el sol brillaba en lo más alto, causando que el calor se multiplicará por dos y cansándonos mucho
más. Manu fue más rápido que yo y me quitó la pelota en cuanto di el primer bote. Vi cómo se alejaba de mí a la velocidad de la luz y cómo botaba la pelota con una agilidad sorprendente, como
si se tratase de una parte más de sus extremidades, como si formase parte de su ser. Al verlo a pocos metros de la canasta supuse quién había ganado la partida. Manu con un rápido movimiento se
impulsó hacia arriba, lanzó la pelota y... ¿¡FALLÓ!? La pelota había dado al aro, pero no había entrado dentro de la red. Cayó y comenzó a rodar por el suelo, yo aproveché y tras una carrera logré
llegar hasta ella. La recogí y comencé a correr recurriendo a todas las fuerzas que me quedaban. Estaba cerca de la canasta, tan solo un tiro y sería el vencedor. Salté, apunté y...
¡Entró!
- ¡EL GANADOR ES KYLE! - gritó Celia
con todo el aire de sus pulmones y aplaudiendo sin parar.
Yo sonreí y me pasé la mano por la
frente tratando de quitarme algunas gotitas de sudor. Estaba realmente sorprendido, desde el principio había dado por supuesto que Manu ganaría, pero aquello, había sido tan inesperado... ¡Yo había
sido el ganador! Me acerqué con una sonrisa de oreja a oreja hasta Celia y Manu, que se habían juntado. Se sentaron de nuevo sobre la suave hierba.
-Estoy agotado - dijo Manu y se acabó
tumbando completamente en el suelo.
-Lo mismo digo. Por cierto, ¿quién se
iba a tragar sus palabras? - le dije sacándole la lengua y luego sonriéndole.
-Calla, anda; es solo que hoy estoy
cansado, que si no... - trató de excusarse él.
-Chicos, dejadlo ya, anda, ha estado
divertido - dijo Celia, tratando de poner paz como siempre.
-Si, tienes razón -
afirmé.
-Se va a echar de menos a un digno
contrincante como tú por aquí - confesó Manu mirando hacia la cancha fijamente; después, se giró y me guiñó un ojo. - Esto va a estar aburrido sin ti.
-Oye, que yo no me voy a ningún lado.
-le dijo Celia con mirada asesina.
- ¡Sí, sí...perdona; tienes razón! -
dijo él y me articuló con su boca un ''socorro, llévame contigo''.
- ¿Con qué esas tenemos? - dijo Celia
que lo había visto todo y ahora se hacía la enfadada y la ofendida. - Tienes tres segundos para huir.
Manu se levantó apresuradamente y
echó a correr.
-1... 2... ¡3! - gritó Celia y se
levantó de golpe.
- ¡Eso no son 3 segundos! ¡Has
contado demasiado rápido! ¡Tramposa! - chilló Manu.
- ¿Ahora además me llamas tramposa? -
dijo Celia mientras echaba a correr tras él.
- ¡Manu, huye! - le animé yo entre
risas - ¡Como te coja eres hombre muerto!
- ¡Gracias! ¡Sin presiones por lo que
veo! - dijo él sarcástico y poniendo los ojos en blanco, pero sin parar de correr.
- ¡De nada! ¡Siempre es un placer
ayudarte, amigo! - le grité y me eché al suelo a causa de las risas. Y es que ver a Manu huyendo de Celia era muy cómico.
Tras unos 10 minutos así, Manu cayó
rendido sobre la hierba. Celia aprovechó para tirarse encima de él, comenzar a hacerle cosquillas y a pellizcarle por todo el cuerpo.
-Para...Para...ya...- dijo Manu al
que se le empezaban a salir las lágrimas causadas por la risa.
- ¿Cuáles son las palabras mágicas? -
dijo ella imitando la voz de Manu que en tantas otras peleas la había preguntado aquello.
-No me...copies - dijo él sin parar
de retorcerse bajo Celia.
-Creo que no estás en condiciones de
ordenarme nada - dijo ella orgullosa de su posición en esos momentos. - Vamos, solo dos palabritas de nada, no puede ser tan difícil, ¿no?
-Vale, pero que...que sepas que esta
no te la perdono - dijo él finalmente que sabía que como continuase así iba a estallar. - Me rindo.
- ¡Bieeeen! ¡Lo dijo! - exclamó Celia
alegre, saltando lejos de él y agitando sus brazos en el aire en señal de victoria.
-Relájate, anda, que no es para
tanto, yo estaba agotado... - refunfuñó Manu humillado.
En eso, pude ver como se acercaba a
nosotros un médico.
-Kyle, tu madre te espera. Despídete
- anunció él.