Y es que, si os paráis un momento a pensarlo, en la vida no se nos
prepara para vivir con plenitud, sino que, desde el primer momento se nos rodea de un mundo ficticio y se nos aparta de todo lo que es considerado feo o malo, queriéndonos protegernos de ello y
haciéndonos creer que vivimos en el país de “Jauja”, donde todo es maravilloso, y esa es la gran mentira, por eso, cuando van llegando los golpes, que aparecen sin llamarlos, no sabemos enfrentarnos
a ellos y nos crecen los monstruos para abrirnos los ojos a la realidad. Y es que para combatir nuestros miedos no sirve de nada ignorarlos y hacer como que no existen, sino que tenemos que hacerles
frente y hacernos cargo de la situación para poder vencerla. Recordad que la burla y el sarcasmo son, en muchas ocasiones, simples disfraces de la cobardía y la incapacidad.
Pero seguro que a estas alturas os estaréis planteando: “Vale, ya
nos has soltado el rollo, pero ¿de qué va esta novela?”, pues, Un monstruo viene a verme, a pesar de lo que pueda parecer por su título, no es una historia de terror ni misterio, sino
de dolor, amor y aprendizaje, sí, eso es, aprendizaje, pues el protagonista, Conor, un chiquillo de trece años, descubre de golpe que la vida no es el mundo de fantasía y diversión que había
disfrutado hasta entonces, sino algo infinitamente más duro, más áspero, más solitario y decepcionante, pero repleto de pequeños instantes cuya suma forman lo que suele denominarse felicidad, y de
personas, ignoradas por sabidas, capaces de llenarnos de afecto y calor simplemente por amor.
Pero ¿aparece un monstruo?... Sí, pues todas las noches, desde que la
madre de Conor comenzó el tratamiento contra el cáncer que la está matando, el viejo y enorme tejo que ve desde la ventana de la cocina se convierte en un ser impresionante y horripilante, un ser
medio humano, medio vegetal, con enormes brazos, piernas y un rostro aterrador, que llega hasta su casa, tras las doce, no para asustarle, sino en busca de la verdad que Conor no quiere descubrir y,
mucho menos, contar a nadie.
Conor está en guerra contra el mundo sin darse cuenta que al único
enemigo que debe vencer es así mismo: Sus padres están separados, su madre se está muriendo y su padre vive en Estados Unidos, muy lejos de él y casado con otra mujer; en el colegio sufre el maltrato
de la sórdida banda de los típicos inútiles malcriados que se divierten a costa de los demás y de quienes él no se defiende; odia a su abuela, una mujer bien situada, moderna, agresiva, poco cariñosa
y dictatorial, acostumbrada a ser obedecida sin más y a quien no le gustan los niños; y aleja de su lado a su única amiga por haber contado en el colegio lo de la enfermedad de su madre… y el resto
de las personas del colegio sienten pena por él y, por eso mismo, se convierte en un ser invisible, ya que todo el mundo evita su compañía, menos los abusones, que se aprovechan mucho más de su
fragilidad. Su vida se ha convertido en algo perverso que le está consumiendo… Y a Conor no le han enseñado a defenderse, por lo que se va refugiando en su propio interior, culpando de su amargura a
todo lo que le rodea y protesta como un niño ante su inexperiencia y debilidad, queriendo, únicamente, huir de la verdad: con frecuencia tiene una pesadilla recurrente, él está al borde de un pozo
viendo cómo su madre se aferra al borde a punto de caer por el precipicio, Conor quiere salvarla, pero no puede… o no se atreve, lo único que él desea es que todo se acabe de una vez porque ya no
puede soportar tanto dolor.
Este libro fue comenzado por la famosa escritora de libros juveniles,
Siobhán Dowd, quien, al enfermar de cáncer de mama, quiso escribirlo para su hijo, pero, desgraciadamente, ella murió en el 2007 sin haberlo concluido, pero dándole un significado especial por esta
sucesión de hechos. Tiempo después, su editorial le encargó la conclusión del mismo a Patrick Ness, que ha sabido darle el enfoque conmovedor, donde se mezclan la fantasía con la realidad, donde el
miedo a la verdad se personaliza en un ser que pretende hacernos reflexionar, con un lenguaje sencillo que todo el mundo pueda entender, sobre el mundo que nos rodea. No se menciona ni una sola vez
la palabra “cáncer” en el libro, porque el tema no va sobre ello, sino sobre el dolor de la persona que se queda, que ve cómo se marchita el ser que más quiere y al que más necesita… el miedo a una
pérdida irreparable es un dolor intenso para el que ninguno hemos sido adiestrados.
Aunque es un libro duro, nos muestra una realidad mucho más común de
lo que queremos ver y, sobre todo, encierra un mensaje de esperanza, pues la vida es solo camino, no hay una meta, y lo importante es recorrerlo lo mejor que sepamos hacerlo. Lo que más me ha gustado
es que, a pesar de estar enfocado para un público joven, se habla con franqueza y claridad, y no se intenta manipular los personajes en buenos y malos, sino que se deja bien claro que una misma
persona puede llegar a ser las dos cosas a la vez, por lo tanto, no se busca moralizar a nadie sino demostrar que el mundo no se divide en negro y blanco, el mundo se compone de toda la gama de
grises.