Quien diga que en la investigación
histórica no hay sentido del humor es que no ha leído nada de Nieves Concostrina, pues la periodista madrileña es capaz de sacarnos una sonrisa, incluso una carcajada, con sus narraciones sobre los
más lúgubres momentos dados por los personajes más solemnes y encumbrados del pasado sobre la piel de este mundo, y es que, con su fina ironía, con su certera mordacidad y su brillante ingenio,
cualquier hecho histórico, sin perder ni un ápice de veracidad, deja de ser algo trascendental para volverse humano, natural, incluso ridículo, adjetivo que, si no fuera por las trágicas
consecuencias que un gran número de ellas tuvieron, se podría adjudicar a la mayoría de las acciones de aquellos “grandes” que, bajo el prisma del humor, no lo fueron tanto.
Y es que la importancia de muchos hechos y de muchas
personas solo radica en la gravedad, seriedad y trascendencia que se les quiera dar, o con las que se les pretenda revestir, pero en el fondo, pocas cosas y escasas gentes superan la prueba del
humor. Un buen chiste desnuda muchas falsas túnicas.
Y si de cabezas se trata, que se lo
digan a la de Cromwell, porque de su cuerpo poco se sabe, o si alguien opina que el vino es malo para la salud, que le pregunten al fiambre de Nelson que viajó sumergido en el tinto caldo español. Lo
de que el Cid ganó una batalla después de muerto es algo conocido por casi todos los españoles, aunque ahora se dude de que no sea un cuento, pero lo que pocos saben es que el Campeador y su esposa
doña Jimena se dieron el gusto de un viajecito por Europa ya en puros huesos. Aunque este apartado no se limita a estos nombres, sino que también aparecen personajes tan ilustres como Ungolino della
Gherardesca, Juana de Arco, Gonzalo Fernández de Córdoba, Francisco Pizarro, Francesco I de Medici, James Cook, Antonio López, Rasputín, Pancho Villa, Adolf Hitler, Iosiv Stalin, Juan Domingo Perón o
Augusto Pinochet. Como veis, los hay para todos los gustos…
Pero personajes como Molière, Marilyn
Monroe, Walt Disney, Groucho Marx, Luis Buñuel, Carlos Gardel, Pedro Infante, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Bob Marley, Reyes Vargas, Helenio Herrera o Ted Williams también dieron mucho que hablar tras
dejar este mundo, y en muchas ocasiones porque se les adjudicaba hechos o sucesos que no fueron ciertos.
Aunque eso parece bastante común,
pues en el siguiente apartado va y nos pone en duda sobre si Billy el Niño no moriría de viejo… si eso fuera así, ¿qué hacemos con todas sus películas?... Y un poco más adelante nos habla de la tumba
de Harry Potter… ¿existió de verdad?... o de alguien llamado William Martín que tiene su tumba, pero que nunca existió… Para perder la chaveta…
Y concluye Concostrina su libro con lo que llama
Miscelánea, es decir, de todo un poco, relacionado con la muerte, tumbas, cementerios, etcétera, cosas curiosas e inesperadas que ponen a prueba nuestra curiosidad con esquelas asombrosas,
gazapos funerarios o divorcios póstumos, entre otras cosas…