En sus obras, Remedios Varo se
representaba a sí misma en plena búsqueda del verdadero significado de las cosas, ante sus futuros trabajos, o en el viaje místico que le llevaba a disolverse con el entorno que la rodeaba. Varo,
como los alquimistas de la Edad Media, perseguía la piedra filosofal de los sueños realizados en la realidad de sus lienzos, pero no por ello habitaba en la oscuridad, todo lo contrario, ya que sus
imágenes profundas, intuitivas, multisensoriales, se alimentaban de la claridad, de lo natural y del estudio concienzudo y calculado. Su imaginería se sostiene en perfecto equilibrio en una conexión
entre lo individual y lo universal, entre su amplia habilidad técnica y su aguda comprensión de la naturaleza humana.
En sus pinturas utiliza con frecuencia
personajes aislados, una especie de híbridos seres mitológicos y la propia artista, que se interrelacionan con los objetos y elementos que les rodean.
Así mismo, repetidamente coloca en
ellas extrañas máquinas místicas cuyo cometido es procesar aquello invisible que no podemos percibir mediante los sentidos, pero que apreciamos en lo más profundo, como parte de nuestras emociones,
y, al mismo tiempo, nos ayudan a comunicar las ideas indescriptibles.
Analicemos algunas de sus mejores
obras: