La máquina del tiempo.

La Guerra de las Dos Rosas, de Conn Iggulden. 

La guerra de las Dos Rosas asoló la Inglaterra medieval durante años y es considerada por muchos la inspiradora de la saga de George R. R. Martin, Juego de Tronos. El argumento es el clásico: dos familias enfrentadas, una reina decidida a todo, alianzas cambiantes, intrigas, traiciones, grandes batallas... Esta épica colección de novelas recrea la lucha entre las casas de York y Lancaster en los campos de batalla, en las alcobas, en oscuras mazmorras y en los pasillos del palacio.

Un trabajo de…

Conn Iggulden es un conocido autor británico de novelas sobre ficción histórica, famoso por sus tres series: Emperador, basada en la vida y hechos de Julio César y la cual consta de cinco libros: Las puertas de Roma, La muerte de los reyes, El campo de espadas, Los dioses de la guerra y La sangre de los dioses. La segunda, cimentada en el adalid mogol Genghis Khan, así mismo con cinco títulos: Lobo de las llanuras, Señores de las flechas, Los huesos de las colinas, Imperio de plata y Conqueror. Y la que nos ocupa, La Guerra de las Dos Rosas.

Históricamente, La Guerra de las Dos Rosas, la cual se desarrolló entre los años 1455 y 1485, fue una contienda interna entre dos familias por problemas sucesorios a la Corona inglesa, los York, cuyo emblema es una rosa blanca, y los Lancaster, que tienen, a su vez, una rosa roja.

Pero antes de enfrascarnos en ella, no estaría de más conocer algo de sus preliminares. Eduardo III, perteneciente a la dinastía Plantagenet y bajo cuyo reinado dio comienzo la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, murió el 21 de junio de 1377, dejando como heredero a su nieto Ricardo, el cual contaba con tan solo diez años de edad, y era el primogénito de Eduardo "El Príncipe Negro", tenido por un héroe entre los ingleses y que había muerto un año antes, por lo que gobernaron, como regentes, su madre, Juana, y su tío, Juan de Gante. Declarado mayor de edad a los quince años, Ricardo II se enfrascó en la tarea de fundamentar el poder de la monarquía absoluta, a causa de ello tuvo diversos enfrentamientos con la aristocracia feudal de su reino, entre quienes se encontraba su propio tío, Juan de Gante, por lo que exilió a su primo Enrique a tierras de Francia y, a la muerte del padre, les desposeyó de todas sus pertenencias.

Enterado Enrique de estos hechos, regresa a Inglaterra y se pone al frente de un ejército de nobles, destronando a Ricardo II y coronándose como Enrique IV, iniciándose así la dinastía de la Casa de Lancaster. A él le sucedió en el trono su hijo Enrique V, y a éste, Enrique VI, quien solo tenía meses de edad a la muerte de su padre, por lo que el Gobierno lo controlaba un Consejo autorizado por el Parlamento. Durante su reinado finalizó la Guerra de los Cien Años con la derrota inglesa, por lo que Inglaterra perdió las conquistas conseguidas por Enrique V y, al poco tiempo, tendría lugar la Guerra de las Dos Rosas.

La serie consta de cuatro títulos: Tormenta, Trinidad, Estirpe y Amanecer.

Estamos en la Inglaterra de 1437: Enrique VI tiene ahora la edad suficiente para tomar el trono tras la muerte de su padre 15 años antes. Sin embargo, "The Lamb” (el cordero, como se conoce al joven Henry) no es un hombre fuerte y autoritario como su padre, quien atemorizaba por igual a enemigos y aliados. Enfermizo, débil, profundamente religioso y amante de la paz, Enrique VI delega sus obligaciones en sus hombres de confianza. Sobre todo, en Guillermo de la pole (duque de Suffolk) y en el intrigante Derry Brewster, quienes son la última línea de defensa antes del rey. Ambos depositan muchas esperanzas en el matrimonio de Henry con Margaret de Anjou, lo cual cerraría bastantes heridas con los franceses, sin embargo, no todo parece tener los efectos deseados.

Durante el transcurso de los hechos narrados en este libro, se nos presentan personajes históricos y otros inventados, pero resultando algunos de ellos de una fuerza y un atractivo que los hace bastante interesantes, como los ya nombrados William de la Pole, quien existió en la realidad, o el peculiar Derry Brewster, una figura de ficción, ambos trabajando, codo a codo, por el buen nombre del rey; también el valiente Thomas Woodchurch, un ex arquero del ejército inglés, cuya lealtad se resquebraja al descubrir la connotaciones del Tratado de Matrimonio y Paz de Enrique y Margarita, o el rebelde Jack Cade, el primero ficticio y el segundo real y bastante conocido en el sur de Inglaterra. Todos, en muchos casos, antagonistas, tienen razones justificadas para actuar como lo hicieron, pero en la novela no se les juzga, sino que simplemente se nos presentan sus actos tal y como fueron para que los lectores saquemos nuestras propias conclusiones.

En este tomo no encontramos a un desconcertado Enrique VI que ha despertado del estado catatónico que lo alejó de su deber de gobernar – y su derecho a vivir – durante más de un año. Su trabajo ahora es recuperar las riendas de su reino que fue hábilmente gobernado por Ricardo Neville, duque de York, en su ausencia. La esposa de Enrique, Margarita de Anjou, piensa que Ricardo disfrutó tanto de la regencia que está planeando una toma de posesión permanente. El problema más grande es comunicárselo a Enrique, ya que su mente está cada vez más alienada. La tormenta que se avecina está cobrando un impulso amenazador sobre la casa de Lancaster y sobre un rey convaleciente, cuya recuperación sólo puede ser temporal, incluso si vive mucho tiempo, por lo que Margarita decide tomar las riendas de la situación, algo bastante complicado, teniendo en cuenta que es una mujer. Alrededor de la pareja real las familias de los Neville y los Percy se enzarzan en constantes peleas, cometen grandes errores y crean un ambiente opresivo de odio y violencia.

Margarita de Anjou, apresado su marido, el rey Enrique VI, por las tropas de Ricardo Neville en la batalla de Northampton, se convierte en el fermento de todo lo que se avecina. Reconstruye una facción poderosa con la que oponerse a los York, rescata a su marido, el débil Enrique, y ejecuta a Ricardo de York, el heredero al trono hasta el nacimiento del hijo de Enrique y Margarita. Esto deja a Eduardo, Earl of March, como Duque de York encabezando las fuerzas yorkistas que derrotarán a los Lancaster y se proclamará Rey de Inglaterra, como Eduardo IV, desde marzo de 1461 a octubre de 1470. En estos momentos los ingleses tenían dos cabezas coronadas y dos grandes mujeres enfrentadas y con un inmenso poder: Margarita de Anjou y Elizabeth Woodville.

Eduardo IV y su hermano Ricardo de Gloucester tienen un enfrentamiento con Ricardo Neville, Earl of Warwick, quien los abandona y cambia de bando, pasando a apoyar a Enrique VI de nuevo. Mientras los hermanos York están reuniendo apoyos en Borgoña, Elizabeth, la esposa de Eduardo, da a luz a su hijo en el Santuario de la Abadía de Westmister. Por su parte, Margarita está también por tierras francesas preparando el regreso de su hijo, el Príncipe de Gales, un muchacho de tan solo catorce años cuya vida se va a encontrar con una inquietante encrucijada. El pobre Enrique VI continúa regresando a una segunda infancia causada por un ataque mental justo cuando él, e Inglaterra, necesitan más de sus facultades.

En conclusión, La Guerra de las Dos Rosas, es una apasionante serie de cuatro libros que nos introduce en aquel momento de la historia inglesa, con tanta vitalidad, realismo y emoción que, a pesar de saber cómo se desarrolla todo, no podemos dejar de acompañar a unos personajes cercanos, realistas, que nos hacen sentir lo que ellos sienten, temer sus miedos o sonreír con sus esperanzas, al tiempo que vamos repasando unas cuantas páginas del libro de la Historia.

¡Felices lecturas!

Gracias por leernos...

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  • Antonio Cruzans Gonzalvo (martes, 07. enero 2020 18:39)

    Comprobados y corregidos. Muchas gracias por sus puntualizaciones y pedimos disculpas por los errores.

  • Guillermo Ostos Palacios (martes, 07. enero 2020 08:39)

    Un par de errores en su artículo: Ricardo II, el sucesor de Eduardo III, es el hijo (y no el hermano menor) del Príncipe Negro. Y la Guerra de los 100 años dio comienzo con Eduardo III en el trono de Inglaterra, no con su bisnieto Enrique V.

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