Ese otoño Franz conoce al psicoanalista Sigmund Freud, uno
de los clientes del estanco a quien Otto trata con gran respeto y por quien Franz no tarda en tener una creciente admiración. Freud es judío y eso desconcierta un poco a Franz al principio, pero
pronto se le olvida y deja de tener importancia. Él es quien aconseja a su joven nuevo amigo que debe buscar una buena chica, por lo que Franz sale una tarde, tras cerrar el negocio, hacia el Prater
de Viena donde se enamora de una muchacha de Bohemia quien, como en los cuentos de hadas, desaparece al final de la tarde. Al regresar se encuentra con que alguien ha escrito con sangre de animal,
sobre el escaparate del estanco, una frase insultante hacia Otto por ser amigo de los judíos. Trsnjek acusa de ello al carnicero vecino Roβhuber, tachándolo públicamente de
nazi.
Y a partir de aquí comienza una entrañable y desconcertante
novela sobre personas corrientes cuyas vidas se van a ver alteradas por lo que se ha venido a llamar ‘las fuerzas de la historia’ sin dejar de ser, simplemente, el empuje de la estupidez y maldad
humanas. Una narración donde se entremezclan y se confunden los momentos de angustia de estar enamorado con los procedentes de los acontecimientos políticos de aquellos momentos, los cuales venían de
algún tiempo atrás.
Desde marzo de 1933 hubo un gobierno fascista en Austria,
aunque de corte nacionalista austriaco y contrario a la anexión de su país por Alemania, por lo que en junio se prohibió el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi) en su
versión austriaca, quienes, al año siguiente, intentaron llevar a cabo un golpe de estado el cual fracasó. En los próximos años, el canciller Schuschnigg intentó por todos los medios impedir el
‘Anschluss’, o anexión de Austria al Reich alemán, y en 1936, el recién fundado Partei Österreichs (Partido de la Libertad de Austria) es declarado el único partido legal. En el llamado
Acuerdo de Julio, Hitler aseguró la independencia de Austria en 1936, a cambio exigió concesiones de gran alcance a los nacionalsocialistas. Como resultado, pudieron expandir su influencia en todo el
estado. En febrero de 1938, Hitler obligó a Schuschnigg a nuevas concesiones, sin embargo, éste convocó un plebiscito a favor de una Austria libre para el 13 de marzo. Pero el 11 de marzo,
Schuschnigg se vio obligado a rendirse ante las amenazas masivas y violentas de Hitler: renunció al referéndum y abdicó. El 12 de marzo, las tropas alemanas invadieron Austria. Bajo los vítores de la
población, Hitler proclamó en Linz el "Anschluss" de Austria al Reich alemán.
Esta es la historia que se narra en los libros académicos,
pero de ella nos vamos enterando en la novela por las consecuencias que van soportando, o sufriendo, los protagonistas.
“El vendedor de tabaco”
quería ser, según declaraciones de Robert Seethaler, una novela sobre Freud, pero al final
se le convirtió en una historia de madurez, de crecimiento personal, pues el joven Franz Huchel va formándose con los diferentes desafíos que le van apareciendo en una ciudad totalmente desconocida
para él y, posteriormente, con toda la serie de nuevas e impensadas experiencias que le van cayendo encima, sus horizontes se amplían dolorosamente a la vez que su vida se vuelve confusa y
complicada.
La novela no está dividida en capítulos, sino estructurada
cronológicamente en su mayor parte. También contiene algunos flashbacks (analepsis), en los que Franz Huchel recuerda su infancia en el Attersee. Las interpretaciones preliminares (prolepsis) se
refieren al empeoramiento de la situación política en Austria y son introducidas por Otto Trsnjek o Sigmund Freud en sus conversaciones. En las postales y en las cartas, Franz y su madre reflejan
tanto sus experiencias personales como los desarrollos políticos, intercalándose éstas en letra cursiva entre el texto, al igual que las tarjetas con sus sueños que cuelga del
escaparate.
Robert Seethaler utiliza un estilo llano y desenfadado,
desdramatizando un tema bastante serio y trágico incluso con varias pinceladas de humor. Su lenguaje es directo y claro, lo que facilita bastante la lectura y, a pesar de usar abundantes metáforas y
frases con doble intención, éstas son de uso popular, pero no por ello dejan de revestirlo de cierta calidad poética. El narrador de la historia es en tercera persona, aunque use con frecuencia el
estilo directo, lo que simplifica la caracterización de los personajes, siendo los más importantes ellos: el protagonista Franz Huchel, su madre Frau Huchel, su mentor y amigo Otto Trsnjek, su
admirado psicoanalista judío Sigmund Freud y su amada Anezka. “El vendedor de tabaco” es en el fondo una novela profunda que te hace reflexionar sobre muchas situaciones de la vida y sobre
el ser humano.