La obra de Arthur Miller, “Muerte de un viajante”,
se sitúa en el contexto temporal de la posguerra estadounidense, en la década de 1940, cuando el país se recupera del conflicto mundial y se afianza como una potencia económica y política. En este
escenario, surge el llamado sueño americano, que promete prosperidad y felicidad a quienes trabajan duro y se esfuerzan por alcanzar el éxito. Sin embargo, este ideal también genera frustración,
competencia y alienación en muchos individuos y familias que no logran adaptarse a las exigencias del sistema capitalista.
Miller se inspira en su propia experiencia como hijo de un
comerciante judío que perdió su fortuna durante la Gran Depresión y en la de su tío Manny Newman, cuya familia sirve de modelo para los personajes de la obra. Miller también recoge influencias
del teatro yiddish, que se centra en los conflictos familiares, y de la tragedia griega, que plantea el destino trágico del héroe que se enfrenta a fuerzas superiores a él.
La obra refleja las contradicciones y los problemas sociales
de la época, como el consumismo, el materialismo, la falta de valores éticos, la crisis de identidad, el individualismo y la pérdida de sentido de la vida. La obra también anticipa algunos temas que
marcarán la historia estadounidense posterior, como la Guerra Fría, el macartismo y la contracultura.
Esta obra, aunque no pertenezca propiamente a este
movimiento teatral, se puede encuadrar dentro del teatro del absurdo, surgido en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y que se caracteriza por representar la falta de sentido y de lógica de la
existencia humana. El teatro del absurdo utiliza técnicas como el humor negro, la repetición, el lenguaje incoherente, la ruptura de la cronología y la ausencia de trama o de
desenlace.
En realidad, Muerte de un viajante tiene una estructura más
convencional y realista, y se basa en un conflicto dramático definido. Sin embargo, la obra también presenta algunos elementos que se acercan al absurdo, como las alucinaciones y los flashbacks de
Willy, que rompen la linealidad temporal y espacial de la acción. Así mismo, también muestra la incomunicación y el aislamiento de los personajes, que no consiguen entenderse ni expresarse entre
ellos, y refleja el vacío y la angustia existencial de los Loman, que no encuentran un propósito ni una esperanza en sus vidas. Todo ello envuelto en un tono irónico y sarcástico, que contrasta con
la tragedia de los personajes.
Por lo tanto, se puede decir que “Muerte de un
viajante” se relaciona con el teatro del absurdo en algunos aspectos formales y temáticos, pero sin llegar a ser una obra absurda en sentido estricto, situándose más bien en el ámbito del
realismo social y del drama psicológico.
Por otro lado, también podemos observar cómo “Muerte de
un viajante” se relaciona con el existencialismo, una corriente filosófica que surge en el siglo XX y que se centra en el análisis de la condición humana, la libertad, la responsabilidad y la
elección. El existencialismo afirma que el ser humano no tiene una esencia ni un destino predeterminado, sino que debe crear su propio sentido y sus propios valores en un mundo absurdo e
indiferente.
La obra de Miller no es una obra explícitamente
existencialista, pues no se basa en conceptos o argumentos filosóficos, sino en una historia concreta y verosímil. Sin embargo, también plantea algunas cuestiones que se relacionan con el
existencialismo, como el conflicto entre la ilusión y la realidad, la búsqueda de la identidad y la autenticidad, la angustia ante la muerte y el suicidio como acto de libertad o de
desesperación.
La obra muestra cómo Willy Loman vive en una ilusión que le
impide enfrentarse a la realidad de su situación y de su persona. Willy se autoengaña y engaña a los demás con sus mentiras y sus fantasías, creyendo que es un hombre exitoso y querido. No asume su
responsabilidad por sus actos ni por sus consecuencias, sino que culpa al sistema o al destino por su fracaso. Willy tampoco logra definir su identidad ni su vocación, sino que se deja llevar por las
expectativas sociales o familiares. No es un hombre auténtico, sino un hombre alienado.
La obra también muestra cómo Biff Loman se enfrenta a su
propia realidad y a su propia libertad. Biff es el único personaje que descubre la verdad sobre su padre y sobre sí mismo. Él se da cuenta de que ha vivido a la sombra de Willy y de sus sueños falsos
y se rebela contra Willy y contra el sueño americano, y busca su propio camino y sus propios valores. Biff es el único personaje que se acerca a la autenticidad.
La obra también muestra cómo Willy Loman se enfrenta a la
muerte y al suicidio. Willy se suicida creyendo que así podrá dejarles un seguro de vida a su familia y redimirse ante Biff. Se suicida pensando que es un acto de amor y de sacrificio. Sin embargo,
también lo hace como una forma de escapar de su realidad y de su angustia. Willy se suicida como un acto de cobardía y de negación.
Por lo tanto, se puede decir que “Muerte de un
viajante” se relaciona con el existencialismo en algunos aspectos temáticos y morales, pero sin llegar a ser una obra existencialista en sentido estricto. Ésta se sitúa más bien en el ámbito del
realismo social y del drama psicológico. En conclusión, podemos afirmar que “Muerte de un viajante” es una obra compleja y profunda, que se sitúa entre el realismo social y el drama
psicológico, pero que también incorpora elementos del teatro del absurdo y del existencialismo, reflejando así las contradicciones y los dilemas del ser humano en el siglo
XX.